A la hora de enfrentarse a un parcial domiciliario, el
estudiante tiene básicamente dos actitudes posibles: hacerlo bien o hacerlo
rápido. Hacerlo bien implica tomarse el tiempo para leer bibliografía
detalladamente, pensar hipótesis de trabajo y llevarla a cabo cuidadosamente.
Hacerlo rápido, por otro lado, implica hacer un trabajo que tenga cierta
lógica, que alcance la cantidad de hojas mínimas y que, con suerte, lograra
sacar la nota mínima y necesaria para hacer aprobado. Ahora bien, cabe aclarar
que no existen los absolutos, ni en la confección de parciales, ni en ningún
otra cosa, así que por lo general, los parciales suelen orbitar entre estas dos
posibilidades, inclinándose mas para un lado o para otro, con mayor dedicación
o con mayor apuro.
Sin embargo, sea cual sea la actitud del estudiante frente
al pedido del docente, rara vez se detiene a considerar el por qué o la
naturaleza de la consigna que se le presenta. Salvo que se den dos
particularidades: que tenga tiempo para hacerse cuestionamientos o que la
consigna sea muy rara; el parcial de Didáctica Especial tenía ambas. La
consigna era, en el contexto de la carrera de letras, extraña, ya que es una
carrera que, a pesar de ciertas expectativas juveniles, no se cansa de señalar
que “no enseña a escribir” y que en ninguna instancia pide, sugiere o incentiva
la escritura de ficción.
Lo primero que pensé al ver la consigna fue “¿Por qué?”. En
las circunstancias en que fue dada la consigna, tengo que suponer que la idea
es ponernos en los zapatos del estudiante. Sobre todo considerando que
estábamos a poco tiempo de dar las clases nosotros mismos. De alguna manera,
luego de años sin vernos sometidos a la necesidad de escribir ficción bajo
pedido, debíamos ver como era esa experiencia para saber lo que le estamos
pidiendo que hagan a los estudiantes a nuestro cargo.
Ahora bien, creo que mi experiencia fue muy diferente a lo
que se dio en la práctica docente que lleve a cabo. Si bien trabajamos
circunscribiéndonos a un taller de escritura, el contenido de la misma era,
básicamente, anecdótico. Nosotros trabajamos con tango, pero si hubiéramos
trabajado con otro temática sería lo mismo, estábamos más enfocados en procedimientos
de escritura y recursos que en contenido. Y creo que los participantes del
taller lo sabían, las consignas apuntaban más en esa dirección. Por otro lado,
al momento de hacer mi obra de teatro, estaba más enfocado en el contenido del
mismo, o por lo menos mas preocupado. La parte ficcional, bueno, podía no estar
tan bien y nadie podría culparme por ello, por lo menos no mucho. Pensando así,
intente hacer un trabajo en el cual pudiera poner un poco de ficción y que me
permita exponer la teoría con cierta soltura.
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