miércoles, 21 de noviembre de 2012

La superoveja oulipa, la justicia poética y maicena alvarado al servicio de la gran creación. Cecilia Trejo






Cuando me encontré con el parcial y sus consignas me encontré con ideas encontradas porque me descolocaba un poco que no me pidieran lo típico de un parcial. La actividad de ficción llegó a parecerme tonta o fácil. Me costaba elegir y después de pensarlo un tiempo me decidí por la historieta porque me gusta dibujar y me di cuenta hace cuánto no lo hacía. Me hizo acordar a mis comienzos en esta carrera en que yo sola sin que nadie lo pidiera dibujaba caricaturas de  Saussure, Bajtín, Benjamín en los márgenes y en los globitos de diálogo ponía frases que me parecían significativas en la lectura, a veces ponía a dos teóricos despotricando y defendiendo su posición ideológica. Era divertido pero con el tiempo dejé de hacerlo, creo que porque empecé a trabajar y me pareció una pérdida de tiempo ponerme a dibujar en los márgenes. De todos los contenidos que vimos en el primer cuatrimestre lo que más me gustó fue lo relacionado a los talleres de lectura y escritura, los libros-albúm, las consignas disparatadas de la Oulipo que venían influenciadas por esos locos tan queribles,  sátrapas y  patafísicos, que ya me habían cautivado en algún momento de la carrera. Me di cuenta cómo todos esas artes poéticas y teorizaciones vanguardistas, estaban hoy a la vanguardia en la labor docente y que era posible encausar todas sus propuestas para difundir y pluralizar la experiencia literaria, estética, y la creación artística en esas personas que asisten día tras día a clases, esas personas que fueron ellos mis alumnos, y que soy yo también. Finalmente cuando puse manos a la obra me di cuenta que hacer la historieta como yo quería hacerla, porque a esa altura de recuerdos yo ya estaba emocionada y se me ocurrían muchas ideas, me iba a llevar mucho tiempo. Como en ese momento no lo tenía terminé adaptando todo lo que había escrito para la historieta en una obra de teatro, y me contenté con dibujar una oveja negra con capa y antifaz al final la obra. Resolver esta consigna de parcial fue divertido, cosa que creo que no me había pasado antes. Renovó mi fe en que para escribir ficción no es necesario ser una persona de características sobrenaturales y creatividad innata  sino que la creatividad viene de la mano de buenos estímulos, de una valla y de un trampolín.

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