¡¡¡Hola, queridos bloggeros!!! Otra vez yo después de tanto
tiempo. Para todos los que me preguntaron, ya terminé mis prácticas. Fue toda
una aventura. Gracias a todos por los mensajes de buena onda. Mis alumnos se
portaron muy bien, jajaja.
Pero me gustaría hoy hablarles de otra cosa. No sé si
ustedes se acordarán que a mitad de año conté que en la materia de Didáctica
Especial, una de las materias que necesito para ser profesor, me pidieron que
escriba un texto de ficción como una de las consignas del parcial de la
materia. Los que lean esto por primera vez dirán “Un texto de ficción para la
facu????????” Sí, así como lo oyen. Yo también me sorprendí. Ya estaba por
mandar alguno de los cuentos con los que los deleité en más de una ocasión (y
que muchos me han elogiado) cuando descubrí que la cosa no era así de simple:
era una ficción, pero una ficción que tuviera en cuenta la bibliografía que
habíamos usado en la materia. Encima había que elegir entre una obra de teatro,
un cielito gauchesco, una historieta o un diálogo platónico. Y hacerlo durante
las vacacioneeeeeessssssssssss.
Una de las cosas que había aprendido al entrar en la
carrera era que Letras no hacía escritores, sino lectores. Así que, si querías
escribir, te tenías que ir a un taller literario. En realidad, si los de Letras
escribimos, escribimos monografías. Esta materia proponía lo mismo que una
monografía pero de otra manera. Al igual que en cualquier monografía íbamos a
tener que buscar información, pero el desafío era plasmar esa información en un
formato diferente al de la monografía.
Con el desafío planteado, me puse a escribir. Escribir
ficción me gusta porque no me obliga a hacer investigaciones exhaustivas y
siento que no tengo que sacar de la galera hipótesis que hagan que Benjamin y
Deleuze se pongan de pie para aplaudirme.
Lamentablemente no tengo vocación de dibujante ni de poeta,
por lo que descarté la historieta y el cielito. Pensé que si hacía el diálogo
platónico Sócrates iba a encontrar otro motivo para suicidarse, por lo que opté
por la obra de teatro. Ahora la cosa estaba en meter la bibliografía. Sin embargo,
poco a poco, a medida que iba escribiendo, no sólo me maravillaba de las cosas
que se me iban ocurriendo, sino que sentía que podía hablar de cualquiera de
los autores leídos porque el hecho de tener que “insertarlos” en mi obra me
obligaba a releerlos y a entenderlos. Quien lo hubiera dicho???????? La ficción
me permitió entender la realidad, jajajaja (perdón por la contradicción. Es que
creo que soy muy gracioso). Ojalá que me haya ido bien. Crucen los dedos por
mí, jajaja. Saluditos y nos vemos. Si me aprueban la obra de teatro, prometo
que la subo.
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