miércoles, 21 de noviembre de 2012

...María Lourdes Pianezza



Cuando leí que tenía que escribir un diálogo platónico (no me planteé seriamente ninguna de las otras opciones) creí haber leído mal. Fue realmente desconcertante. A esta altura de la carrera creía que los parciales domiciliarios ya no tenían secretos para mí. De repente sentí que me estaban pidiendo que fuese Pierre Menard, que fuese Platón y escribiera el Crátilo. No un Cratilo sino EL Cratilo.
Después de la sorpresa, el susto y con un poco de resignación me senté a escribirlo. Empecé sin saber bien dónde terminaría. Empecé citando algún diálogo que alguna vez leí en mis cursadas de Griego. Se me ocurrió sobre qué artículo hablaría cuando mi Sócrates ya había divagado bastante. Y entonces me di cuenta de que todavía hay secretos por descubrir a la hora de hacer un parcial domiciliario. De repente me estaba divirtiendo escribiendo un parcial. Terminé esa parte en poco tiempo. Pero la verdad es que en todo momento pensé que lo que había escrito, si bien estaba simpático, era cualquier cosa menos lo que tenía que hacer realmente. No podía creer que estuviera bien algo que me había divertido tanto hacer. Lo entregué ese 8 de agosto con absoluta desconfianza. En realidad, fue una mezcla de sensaciones: por un lado, estaba bastante orgullosa porque me había quedado gracioso y hasta se lo había leído a mi familia por eso; por el otro no podía dejar de pensar que eso no podía ser lo que querían. Pero finalmente lo entregué, con miedo pero lo entregué.
La sorpresa mayor tuvo lugar la semana pasada cuando me lo devolvieron y vi que me había ido bien. Entonces al final sí estaba bien lo que hice. Al final entonces sí puede haber formas más entretenidas de ser evaluado. Sigo sin salir de mi asombro: la escritura académica puede provocarme otras cosas además de nervios y ansiedad, me puede hacer reir.


No hay comentarios:

Publicar un comentario