miércoles, 21 de noviembre de 2012

Evaluaciones sobre las evaluaciones. Santiago Manuel López



             
                Para seguir con la temática casi omnipresente de referirles mi experiencia como alumno de Letras, quería comentar que en este cuatrimestre me pasó algo atípico. Cursando Didáctica Especial, me encontré con una modalidad de evaluación que me resultó completamente extraña. La consigna del parcial domiciliario consistía en el desarrollo de algún problema teórico contenido en la bibliografía propuesta por la cátedra. Hasta ahí todo lindo, todo normal. Los inconvenientes –y la extrañeza- surgieron cuando constaté que había que responder a la consigna ajustándose a la forma de algún género ficcional, entre los cuales se sugerían un cómic, un cielito y una escena teatral. Mi primera reacción fue de perplejidad. “¿Qué querrán con esto?”, era la pregunta más inmediata y obvia para hacerme. Por lo general, en Puan estamos acostumbrados a ser evaluados en carácter de lectores-intérpretes que deben explicar e iluminar un corpus de textos, pasando por alto el trabajo de elaboración y producción personal que implica dicha labor crítica. Muchas veces, es más seguro y cómodo ajustarse a ciertos parámetros, guiarnos a partir de ciertos métodos que cuentan con un éxito más o menos garantizado para cumplir con las consignas que nos exigen. En este sentido, una evaluación como la de Didáctica me generó un extrañamiento, apartándome de las certezas que uno adquiere en el transcurso de la formación como estudiante de Letras. Nuevamente, tenía que encontrar una forma para poder dar respuesta, aun cuando no tuviera una experiencia similar con la cual cotejar.
                Para la consigna, escogí una escena teatral, a la que intenté dar un tono cómico-satírico, contrastando la postura de algunos teóricos con la de un periodista poco informado y propenso a los lugares comunes. En este sentido, comprendí que una actividad que concibiera la producción del alumno como escritura y no como mera respuesta permitía otro modo de cuestionar el sentido común, de rescatar la capacidad crítica de la teoría, pero liberando nuestra mirada de un modus operandi y de unos saberes que corren el riesgo de volverse asfixiantes. Afortunadamente, también pude observar esta potencialidad de la escritura cuando los alumnos la ejercitaron en sus trabajos: la incentivación de la creatividad muchas veces permite el desborde de los márgenes impuestos por el conocimiento académico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario