Los libros de los académicos son como los parques a la noche:
fuentes, citas y oscuridad.
Pablo De Santis
Para un parcial de Didáctica, en la Facultad, tuve que escribir
un diálogo platónico. Sí, un parcial resuelto por medio de una ficción (nada
más ficticio, o ficcional, que un diálogo de Platón). Experiencia rara pero interesante.
(El primer libro que leí en la Facultad, en Teoría y análisis literario, fue Respiración
artificial, en el que Piglia hace crítica a través de la ficción). La
ficción permite, como dijo Saccomanno hace poco respecto de su novela Cámara
Gesell, abordar ciertas cuestiones de una manera distinta de lo que podría
hacerlo un género de no ficción como, por ejemplo, la crónica (en el caso de
Saccomanno, para mostrar la vida en una ciudad/pueblo como Villa Gesell).
Había más opciones (cielito, guión de historieta, escena
teatral), pero me gustaba la idea de jugar con el contenido filosófico de que,
se supone, es la base del diálogo platónico (o socrático). La multiplicidad de
voces del diálogo (aunque hubiera sido similar en un guión o texto teatral) me
permitía por una parte incorporar las distintas visiones y posturas que había
que tomar de la bibliografía, pero al no usar ni un guión de historieta ni el
texto dramático me evitaba caer en la tentación de incluir una voz “autoral”
(las didascalias), y así podía generar mayor tensión entres las diferentes
posiciones de los autores de la bibliografía. Después de todo, a partir de la
consigna, la bibliografía leída en la cursada tenía que estar, y resultó que no
entorpecía para nada el desarrollo de la ficción creada, sino que le daba un “toque
bajtiniano” de polifonía (al cuadrado, ya que los distintos personajes
aportaban también sus voces).
Los diálogos de Platón se caracterizan (en general) por una
alta cuota de humor, así que tuve oportunidad también de incluir algunos chistes,
algo que suele ser “impensable” en un parcial, aunque no necesariamente. Pero
lo que creo que suele ser más productivo de la escritura de la ficción es que
da lugar para la creación, e incluso para la creación “teórica” o “analítica”. (Borges
ha hecho maravillosos aportes a la teoría literaria desde la ficción, además de
sus ensayos). La escritura académica (de un parcial, en este caso), a través de
la ficción, invita a pensar que la escritura académica no tiene por qué ser
acartonada (claro que hay muchas y honrosas excepciones). Y nos recuerda que no
está nada mal acercarse a la crítica (lectura) de ficción a través de la producción
de una nueva ficción (no es casual que el ya mencionado Piglia tenga un libro
que se titula Crítica y ficción en el que esta cuestión es central).
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