miércoles, 21 de noviembre de 2012

Escritura y academia (de Platón). Hernán Martignone





Los libros de los académicos son como los  parques a la noche:
fuentes, citas y oscuridad.
Pablo De Santis

Para un parcial de Didáctica, en la Facultad, tuve que escribir un diálogo platónico. Sí, un parcial resuelto por medio de una ficción (nada más ficticio, o ficcional, que un diálogo de Platón). Experiencia rara pero interesante. (El primer libro que leí en la Facultad, en Teoría y análisis literario, fue Respiración artificial, en el que Piglia hace crítica a través de la ficción). La ficción permite, como dijo Saccomanno hace poco respecto de su novela Cámara Gesell, abordar ciertas cuestiones de una manera distinta de lo que podría hacerlo un género de no ficción como, por ejemplo, la crónica (en el caso de Saccomanno, para mostrar la vida en una ciudad/pueblo como Villa Gesell).
Había más opciones (cielito, guión de historieta, escena teatral), pero me gustaba la idea de jugar con el contenido filosófico de que, se supone, es la base del diálogo platónico (o socrático). La multiplicidad de voces del diálogo (aunque hubiera sido similar en un guión o texto teatral) me permitía por una parte incorporar las distintas visiones y posturas que había que tomar de la bibliografía, pero al no usar ni un guión de historieta ni el texto dramático me evitaba caer en la tentación de incluir una voz “autoral” (las didascalias), y así podía generar mayor tensión entres las diferentes posiciones de los autores de la bibliografía. Después de todo, a partir de la consigna, la bibliografía leída en la cursada tenía que estar, y resultó que no entorpecía para nada el desarrollo de la ficción creada, sino que le daba un “toque bajtiniano” de polifonía (al cuadrado, ya que los distintos personajes aportaban también sus voces).
Los diálogos de Platón se caracterizan (en general) por una alta cuota de humor, así que tuve oportunidad también de incluir algunos chistes, algo que suele ser “impensable” en un parcial, aunque no necesariamente. Pero lo que creo que suele ser más productivo de la escritura de la ficción es que da lugar para la creación, e incluso para la creación “teórica” o “analítica”. (Borges ha hecho maravillosos aportes a la teoría literaria desde la ficción, además de sus ensayos). La escritura académica (de un parcial, en este caso), a través de la ficción, invita a pensar que la escritura académica no tiene por qué ser acartonada (claro que hay muchas y honrosas excepciones). Y nos recuerda que no está nada mal acercarse a la crítica (lectura) de ficción a través de la producción de una nueva ficción (no es casual que el ya mencionado Piglia tenga un libro que se titula Crítica y ficción en el que esta cuestión es central).

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