Sí, este parece ser un interrogante que todos
nos hacemos cuando entramos a la carrera de letras en la U.B.A. La respuesta
siempre parece ser negativa. En las
literaturas nos atiborran de textos literarios, críticas de esos textos y
crítica de esas críticas. Parafraseando a Andrés Rivera, la escritura es un sueño eterno en nuestra carrera.
Sin embargo, me vi obligada a
escribir ficción en una materia. ¿En cuál? Casualmente, en aquella que parece
que nos va a enseñar cómo enseñar. Sí, en esa que uno pensaría que nos revelará
el enigma de cómo hacer para “bajar” o “simplificar” aquello que hemos
aprendido durante tantos (tantísimos años). Sin embargo, en este espacio
encontré menos dogmatismo y más apertura de lo que esperaba (y de lo que
solemos encontrar en otros). En Didáctica Especial para el Profesorado nos
enseñaron a “hacer cosas” con la literatura. Nos obligaron a ser estudiantes,
docentes y escritores, todo al mismo tiempo. Durante la cursada, me vi obligada
a problematizar todo aquello que ya tenía incorporado sobre lo que era el saber
acerca de la literatura. Mientras escribía una consigna de parcial a modo de
una escena de la obra de teatro me preguntaba, ¿realmente esto es un parcial?
¿puede ser que esté disfrutando? ¿Y aprendiendo? ¿Puede ser que esté escribiendo
ficción en una materia de Puán?
Alejando Zambra en la
introducción de su último libro titulado No
leer realiza un recorrido personal y dice que la vocación de escribir nació
en él como una instancia posterior a la vocación de la lectura. Y se debate por
la profesionalización de sus estudios: ¿trabajar de crítico o de escritor de
ficción? La crítica literaria le plantea
un lugar de autoridad, por un lado, y, por el otro, una “tiranía” de lecturas
obligatorias –y no placenteras –; mientras que el oficio de escritor se le
presenta como más “permisivo, caprichoso y espontáneo”.
Podemos extender esta disyuntiva
hacia nosotros mismos como estudiantes que finalizamos nuestra experiencia en
la carrera de letras, y nos iniciamos como docentes de Lengua y Literatura. ¿Aprendemos acumulando lecturas canonizadas,
repitiendo, revisando y repensando textos críticos que desearíamos “no leer”?
¿O existe la posibilidad de aprender y enseñar
a partir del disfrute de la exploración personal y expresiva que nos regala el placer de la escritura, como diría
Barthes?
Yo creo que sí. Los invito a
hacerlo.
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