Cuando nos dieron las consignas para el parcial de
Didáctica Especial y Prácticas de su Enseñanza y la profesora nos mencionó la
parte de la historieta, me puse contenta. Me encanta dibujar y me gustó la
idea. Luego, cuando fue momento de sentarme a hacerlo, me di cuenta de que era
más complicado de lo que esperaba. No había que hacer simplemente una historieta, había que hacerla con la bibliografía
teórica. Y eso dibujado era bastanet complicado. Si bien los otros géneros (el diálogo platónico, el cielito de la gauchesca, la escena teatral) me parecían más “ejecutables” con esa consigna, me seguía
entusiasmando más el tema del dibujo. Así que afronté el desafío y se me
ocurrió hacer a un personaje “recorriendo” las ideas de los teóricos, acotando
cada tanto, ilustrándolas –literalmente- con ejemplos cada tanto. Me pareció
que era la mejor forma de continuar la línea de diálogos que se proponía en las
otras representaciones posibles de la consigna. Encontrarle una cara a cada uno
de los autores, personificar al presentador de ellos (a quien terminé dibujando
como Gustavo Bombini, ya que fue uno de los profesores que nos intrudujo a esos
autores), fueron más obstáculos que se fueron agregando a la tarea.
Ahora pienso que esa idea no fue solamente para darle un giro
más entretenido a la consigna o para que las producciones fueran más divertidas
de leer. El desafío de tener que combinar una escritura creativa con textos
teóricos llevaba a la necesidad de confrontarlos de una manera que en una
consigna más “formal”, típicamente académica, quizás hubiera sido imposible, o
al menos mucho más difícil.
Este tipo de vueltas de tuerca no son engaños a los
alumnos, como yo pensé en algunas ocasiones. Tuve la idea, alguna que otra vez,
como alumna, de que esos giros que daban cada tanto los profesores eran una
forma de entretenenos, de distraernos, de hacer el tema menos aburrido; pero
que ese giro justamente llevaba al margen el aprendizaje y ponía en primer
plano lo lúdico, y que no siempre era una buena idea hacer eso. Hoy se me
ocurre que en una materia como para la que estamos preparándonos es incluso
necesario dar ese giro, y no para hacer menos aburrido el día a día en el aula,
sino para que desde distintos ángulos, desde distintas perspectivas, el
abordaje de lo literario pueda estimular a los chicos a profundizar en una
mirada reflexiva sobre el lenguaje, sobre lo estético, y sobre todos los
vértices que alcanza la Lengua y la Literatura (o como se la quiera llamar).
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