Lo primero que sentí al leer la
consigna de escritura de ficción que figuraba en el parcial fue una sensación
de que se trataba de algo diferente. Había algo raro en ella. En seguida me di
cuenta que no coincidía con el “esquema” de consignas a las que los estudiantes
de grado nos encontramos acostumbrados y me llevó a pensar en lo mucho que
hacía que no practicaba este tipo de escritura.
Una vez que me zambullí en la escritura
del cielito, me di cuenta de que se trataba de una alternativa plausible a la escritura
académica formal. Que era posible dejar entrever conceptos, asociaciones y
principios teóricos a través de un texto de ficción como el propuesto. Claro
está, que no puede hacerse con el mismo nivel de detalle, ni especificidad que
en un texto académico ordinario (monografía, parcial, etc). De ahí la riqueza
de los géneros que considero que reside
en la diversidad de formas en las que se puede enmarcar la escritura de acuerdo
a los fines para los cuales se la destina.
Debo decir que todo esto me condujo a
que me pregunte: ¿Quién nos enseñó que la ficción no es un género académico?
¿Por qué en una carrera como Letras la escritura de ficción ocupa un espacio
igual a cero?
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