miércoles, 21 de noviembre de 2012

Aquí me pongo a cantar, un parcial de la carrera... Pérez, Ludmila




Por primera vez en mi historia como alumna de la facultad, me daban la oportunidad de hacer lo que tanto me gustaba: escribir ficción. Pero esta posibilidad, lejos de ser algo ingenuo y sin dificultad, planteaba algunas dudas... En primer lugar: ¿cuál era el límite entre lo bueno, lo ridículo, lo aprobable y lo no aprobable? Verme especulando y hasta temiendo frente a algo tan sencillo, a mí, futura docente que escribe con regularidad, pensando como cualquier alumno de secundaria... ¿Qué esperan que haga?
La propuesta era clara, pero me descolocaba: por primera vez, podría jugar y divertirme un parcial, que sería de los últimos de mi carrera. Finalmente, me relajé, lo tomé como un momento divertido, un relax frente al resto de las consignas teóricas y rígidas del cuatrimestre en general... hoja en blanco y manos a la obra.
Nuevamente el miedo: ¿Qué hago? Yo escribo ficción, sí... ¡pero poesías! Nunca traté de simular a Martín Fierro... salvo alguna que otra vez, en broma, para decir alguna pavada... ¡nunca para tematizar alguna problemática didáctica! Pero aquí estaba, y había que hacerlo.
Fue entonces que dividí la “inspiración” en dos: primero, me concentré en el tema a teorizar: el bien hablar y el bien escribir, en boca de un gaucho, me parecía algo muy rico para trabajar. Luego, busqué algún contrapunto al gaucho, y así surgió la Maestra Ciruela, trayendo consigo todas las viejas y rígidas concepciones didácticas. En el medio, Bixio, teorizando un poco lo que Fierro defendía desde el uso. Me divirtió imaginar al gaucho estacionando el caballo frente a la escuela, y las caras de los alumnos al verlo entrar... pensé en los gauchos del presente (si quedan... ¿quedan?): ciertamente no hablan así, y tienen 4x4.
Por otra parte, tuve que concentrarme en la métrica y el estilo de la gauchesca: el tipo de rima, el vocabulario específico... fue muy divertido y un buen ejercicio que interpelaba mis conocimientos de literatura gauchesca: ¿qué representaba el gaucho? ¿cómo hablaba? ¿de qué se lo acusaba?
Fue arrancar con la primer estrofa, que empieza exactamente igual que el Martín Fierro para marcar deliberadamente la intención de ese escrito... ¡y no poder parar! Terminé, claro, leyéndolo en voz alta frente a algunos oyentes hogareños, con entonación y todo... sus risas me confirmaron que, al menos, había logrado hacer un texto divertido.

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