Algunos me conocen, soy Santiago y soy un
alumno múltiple en Filo de la UBA. Digo múltiple porque soy alumno de
profesorado y de posgrado. Estoy cursando la carrera de Doctorado en
Lingüística y, desde el año pasado, curso materias didácticas para obtener el
título de Profesor. En su momento prioricé la licenciatura pero me quedaron
ganas de vérmelas con la didáctica ya que me fui dando cuenta de que me encanta
enseñar.
Algo que puedo afirmar como alumno que cursó
la carrera de Letras entera –parcialmente, por supuesto ya que hice la
orientación en lingüística- es que en Puán la literatura se analiza pero no se
produce. Cursé 24 materias y nunca me crucé con una consigna como la que me
propusieron en Didáctica Especial. Tenía que plasmar algún problema teórico
bajo la forma de un cielito, un comic, una escena teatral, etc. Al principio
debo admitir que me puso nervioso. Una consigna así molesta porque es mucho más
fácil escribir una monografía. Exige mucho trabajo también pero uno se mueve en
terrenos conocidos y sabe más o menos cuáles son las estructuras y
ordenamientos que llevarán a buen puerto. O por lo menos tiene una teoría firme
acerca de cómo se escribe eso. Además el hecho de que me dedico a lingüística
me generaba una distancia e inseguridad mayor. Consignas como estas te obligan
a volverte principiante, a desautomatizar y buscar caminos nuevos.
En mi caso elegí la escena teatral y lo armé
como de un modo cómico. Mientras lo hacía me fui liberando porque el género
extraño me iba permitiendo decir cosas que no me animaría a decir en un paper o comunicación a un congreso. La
ficción abre nuevos espacios y permite expresar sentires profundos sobre los
modos de la academia y cómo estos a veces se vuelven un poco opresivos. Hablo
en particular de la superespecialización en lingüística pero algo similar debe
ocurrir en otras disciplinas. Un generativista no pudiendo congeniar con un
funcionalista, un estructuralista, etc.
Cosas que se sienten profundamente pueden
expresarse en la ficción de un modo más pleno, creo. Del mismo modo que mis
alumnos tomaron la consigna de escritura para expresar problemáticas propias yo
siento que en el juego de la teoría ficcionada pude poner en juego cuestiones
sustanciales de mis concepciones sobre la ciencia.
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