Vamos, no es tan
malo, pienso antes de empezar. ¿A quién no le tocó quedarse en casa un día como este? Tengo que
elegir entre un diálogo platónico, una obra de teatro y un cielito. Podría ser
peor, ¿no? Afuera un sol que se parte, y aquí estamos, entre cuatro paredes.
Está bien, pienso, no es tan terrible escribir un par de rayitas, cada raya un
personaje. ¿No es eso el teatro? Claro
que no. Obvio que no. Mirá si eso es lo que hizo de William a Shakespeare. No,
el teatro no es lo mío, además ¿cuándo leímos teatro? Digo bien leído, primero
la voz de uno, después la de otro... Estaría bueno ir al teatro hoy, más que
ponerme a escribir como si De Certeau fuera un personaje…
Voy a la biblioteca
entonces. Qué joda, afuera el sol que empieza a ponerse bueno y acá
descubriendo que los libros que necesito no están. Además, como
si supiera qué pretenden de mí con una consigna como
la del
diálogo a modo de Platón. A mí no me agarran. Esa no.
Así que cielito
lindo, allá vamos. Primero Google (confesemosló, cómo resistirnos a este
compañero que con un click nos devuelve esa cantidad de palabras que
necesitábamos para empezar). Y religiosamente, el llamado previo a la amiga.
Enterarme de que ella está tan al horno como
yo. Todo el apoyo que necesitaba. Ahora sí puedo arrancar. Una página de
Internet dice: “Los cielitos, que en realidad son bailes cantados, de
coreografía colectiva, integrados por cuartetas octosilábicas que riman 2º con
4º, y que contienen un estribillo en que en diversas formas se incluyen las
palabras cielo, o cielito. Sus expresiones más típicas son los cielitos de
Hidalgo, así como
otros de autores anónimos, que trasuntan en su temática referencias patrióticas
frecuentemente denostantes de los rivales”. Y todos estos papeles sobre la mesa
(porque esto no empezó hoy, esta fiesta viene empezando desde ayer, día en que
me dispuse a arrancar con la primera consigna).
Claramente es la
métrica la que me va a sacar de este lío. Si alguien me viera, el puño de la
mano cerrado, después los dedos que empiezan a contar: “si-se-tie-ne-al-gu-na-du-da-de-qués-la-di-dác-ti-ca…”
Sí, yo me agarro de la métrica. De la métrica y de todos estos papeles
dispuestos sobre la mesa. De verdad que no es tan terrible. Después de un rato
me encuentro casi cantando (recitando diría) y no puedo creer que las páginas
se vayan llenando y yo ahora crea saber un poco más sobre lo que es un cielito.
Y todos estos papeles que empiezan a tener forma de verso, y hasta hay rimas.
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