jueves, 22 de noviembre de 2012

Cielito soleado del domingo, te digo chau, aquí me quedo . Verónica Yattah




Vamos, no es tan malo, pienso antes de empezar. ¿A quién no le tocó quedarse en casa un día como este? Tengo que elegir entre un diálogo platónico, una obra de teatro y un cielito. Podría ser peor, ¿no? Afuera un sol que se parte, y aquí estamos, entre cuatro paredes. Está bien, pienso, no es tan terrible escribir un par de rayitas, cada raya un personaje. ¿No es  eso el teatro? Claro que no. Obvio que no. Mirá si eso es lo que hizo de William a Shakespeare. No, el teatro no es lo mío, además ¿cuándo leímos teatro? Digo bien leído, primero la voz de uno, después la de otro... Estaría bueno ir al teatro hoy, más que ponerme a escribir como si De Certeau fuera un personaje…
Voy a la biblioteca entonces. Qué joda, afuera el sol que empieza a ponerse bueno y acá descubriendo que los libros que necesito no están. Además, como si supiera qué pretenden de mí con una consigna como la del diálogo a modo de Platón. A mí no me agarran. Esa no.
Así que cielito lindo, allá vamos. Primero Google (confesemosló, cómo resistirnos a este compañero que con un click nos devuelve esa cantidad de palabras que necesitábamos para empezar). Y religiosamente, el llamado previo a la amiga. Enterarme de que ella está tan al horno como yo. Todo el apoyo que necesitaba. Ahora sí puedo arrancar. Una página de Internet dice: “Los cielitos, que en realidad son bailes cantados, de coreografía colectiva, integrados por cuartetas octosilábicas que riman 2º con 4º, y que contienen un estribillo en que en diversas formas se incluyen las palabras cielo, o cielito. Sus expresiones más típicas son los cielitos de Hidalgo, así como otros de autores anónimos, que trasuntan en su temática referencias patrióticas frecuentemente denostantes de los rivales”. Y todos estos papeles sobre la mesa (porque esto no empezó hoy, esta fiesta viene empezando desde ayer, día en que me dispuse a arrancar con la primera consigna).
Claramente es la métrica la que me va a sacar de este lío. Si alguien me viera, el puño de la mano cerrado, después los dedos que empiezan a contar: “si-se-tie-ne-al-gu-na-du-da-de-qués-la-di-dác-ti-ca…” Sí, yo me agarro de la métrica. De la métrica y de todos estos papeles dispuestos sobre la mesa. De verdad que no es tan terrible. Después de un rato me encuentro casi cantando (recitando diría) y no puedo creer que las páginas se vayan llenando y yo ahora crea saber un poco más sobre lo que es un cielito. Y todos estos papeles que empiezan a tener forma de verso, y hasta hay rimas.

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