Si el propósito de toda esta cursada
y, en particular de la actividad que licuaba o contaminaba géneros, era demostrar que la transposición didáctica
sobre la que hablamos es una tarea que compromete hasta la última fibra y
sacude las estanterías y bibliotecas privadas, lo logró. En efecto, lo logró
revolviendo en mi interior los despojos que una vieja y propia historia escolar
dejaron anclados.
Me preguntan qué es lo que pensé
cuando tuve que licuar géneros, y yo me recuerdo tan sorprendida como molesta. Tan
dudosa como negada. “¡Que se dejen de hinchar!”. “¿Cómo hago con esto?”. “Ya
fue, que salga como salga… es como un cuentito”. Y así escribí, a medio
convencer. Medio desconfiando. Medio mariconeando. Cumplí.
PERO, sin embargo, como sucede con
tantas cosas que con el tiempo se sazonan, ahora, y volviendo un poco atrás la
cabeza, puedo sentir el gustito.
Porque ¿por qué explicar teoría desde la teoría? ¿desde dónde pesa tanto esa
necesidad? y luego: ¿por qué no
utilizar la ficción como medio para llegar a la teoría? O, lo que es aún
mejor: ¿por qué no utilizar la ficción
como medio para llegar a la práctica? Y, oyendo el principio de economía
del lenguaje: ¿por qué no practicar desde
la ficción?¿eh?
Y ahora, un
descargo.
Una, es presa de
la costumbre, y eso es algo que la misma costumbre nos hace creer, es el libro
de texto que leímos durante toda la escolaridad: lo fácil es tentación. Pienso
que enseñar es mucho más que amoldarse a lo dado, aunque ocurre que a veces lo
dado insiste, desde la institución de los géneros; y resulta que sólo las
crisis, más de una, en el relativo poco
tiempo que llevo haciendo de docente, y el esfuerzo por salir de ellas puede,
creo, ahora, pero a largo plazo, dar lugar a nuevas formas, nuevos géneros, y
gritos fuertes de trabajo que no sean vanos.
Creo que este
esfuerzo, el de licuar géneros y construir y compartir conocimiento a partir de
un nuevo gustito, es un poco la función que como docente busco. Yo no sé si lo
estoy consiguiendo, pero creo que todo esto es, sí, la expresión de un intento
que por ahora, en mi caso, quizás late solo en el terreno del esfuerzo.
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