miércoles, 21 de noviembre de 2012

La aparición de la ficción. Ileana Kleinman






Siete años en la facultad de Filosofía y letras de la Universidad de Buenos Aires. Más de 25 materias, muchas sillas ocupadas,  miles de parciales (puede que un poco menos), horas y horas de escucha muy atenta y no tanto. Unas cuantas monografías, mucha espera por la caída de ideas para esas monografías y una idea confirmada: ¨en la facultad no te enseñan a escribir.¨ Después de la sucesión todos estos elementos, parece que todo está cocinado, un par de trabajos académicos más y denme mi título muchachos, que cerramos todo. Y en una de las últimas materias…
Y en una de las últimas materias, precisamente una de las que más claramente intenta formarme en el rol docente me dice que no, que todavía falta algo más y lo que falta no es nada conocido. Nada conocido en el ámbito académico, porque  resulta que lo que falta es escribir, en una instancia de evaluación, ¡un fragmento de FICCION!
¨No quiero, no tengo porqué.¨ ¨Yo no vine a la facultad para esto.¨ ¨¿En qué se van a basar para corregirme?¨ ¨¿Tiene que estar REALMENTE bueno? ¨Yo no soy ninguna Cortázar. O ninguna Virgilio. O ninguna Di Benedetto. ¨ Estas, claramente, mis ideas. Y luego, la  resistencia durante varios días. La página sin nada estaba ahí, más amenazante que cuando necesita ser llenada de bibliografía. Revisé algunas cuestiones genéricas, porque elegí escribir el fragmento de una obra de teatro  y para colmo, si alguna vez había incursionado en la escritura de ficción, no la había hecho en ninguno de los géneros propuestos. Además, ese temita, el de la vergüenza. ¨¿Qué va a pensar quien lo corrija? Y luego, una idea: ¨Obviamente se va a reír.¨ Entonces, la calma; tomé esa conjetura mía como certeza y comencé a escribir, no con la idea de que resultara un texto cómico, sino con la idea de que si, aunque no fuera ¨lo buscado,¨ mi escrito generaba risa, podía vivir con eso.
 Después de todo, el punto que parecía menos problemático de un parcial domiciliario, pero que  luego fue cargándose de complejidad, puede ser el inicio de una carrera impensada en las letras. Quién me dice.

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