miércoles, 21 de noviembre de 2012

Roland Barthes presenta… Carla Sánchez



a.     
Estoy terminando de cursar Didáctica Especial, materia que me va a permitir vivir mis tareas docentes en la total legalidad. ¡Por fin! Fue un largo camino cursar estas dos materias –pedagógicas- y anuales. No sé si porque nunca había cursado currículos de esta duración o porque nunca había frecuentado, (y esto lo puedo afirmar a cuatro cuatrimestres de distancia del momento de dibujar una cruz en el casillero de “Didáctica General”), asignaturas que implicaran tanto análisis en torno a la enseñanza, y más precisamente en la Especial, tanta reflexión sobre las prácticas de la Lengua y la Literatura. ¿Curioso, no? Después de cinco años de carrera, luego de haber cursado sinfín de materias, atravesando programas enteros, innumerables lecturas, y cumpliendo con infinitas instancias evaluativas en todas sus diversas variantes; nunca había podido reflexionar sobre el aprendizaje y la enseñanza de las Letras. Hasta que…
Una de las consignas del parcial domiciliario me proponía cruzar la bibliografía teórica de la cátedra con la escritura de ficción, en este caso, de un texto teatral. Tuve que releer la propuesta varias veces. ¿Un texto de ficción en un parcial? ¿Con bibliografía teórica en el medio? Abrigué el mismo desconcierto que sentí cuando estaba cursando Teoría y Análisis Literario, allá por el 2008, y me mandaron como primer trabajo práctico escribir un artículo crítico. ¡Un artículo crítico! ¿Entienden? Desafiar lo establecido. Fijar un propio punto de vista. Discutir lo leído.
Y ahora me pasaba lo mismo. Luego de un rato, a medida que me iba soltando en la escritura, e iba adentrando en esa interacción que se produce cuando median el mundo real y el mundo creado; pensaba: “¿Estoy haciendo hablar a Roland Barthes? ¿Realmente con qué cara? Después de leerlo tantas veces. Si habré recurrido a él como cita de autoridad en tantos parciales…Y encima me doy el gusto que interactúe con los personajes de un cuento de Martín Kohan. Sí, mi profesor de Teoría II.  El escritor. El crítico literario”. Una de las consecuencias de todo este pensamiento fue reírme. Reírme mientras hacía un parcial. No creo tener recuerdos de eso anteriormente.

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