Esa consigna de escribir un texto ficcional donde se expusiera un
problema de la
práctica de enseñanza de Lengua y
Literatura, enmarcando esto en el aparato crítico
que teníamos para leer, me
entusiasmó mucho porque soy muy aficionado a la
escritura de ficción y, siendo el
caso que este era el último parcial de mi carrera, no
había tenido nunca una consigna por
el estilo desde Semiología del CBC. Curioso.
Esto es para los que piensan que
Puan es una fábrica de escritores. Mal los dos: el
ingenuo ingresante que supone que
egresará recibido de Lispector o Nabokov, y la
Facultad, que no planifica una
carrera más pródiga en talleres de lectura y escritura.
En fin, ya fue.
A la hora de elegir el género no dudé: el cielito. Inventé una estrofa
de siete versos
octosílabos con rima consonante.
Hice que Bombini discutiera con Privat, y le asigné
una estrofa a cada para que
contrapuntearan de manera poco amistosa. El ganador
debía ser Bombini, claro, y él
cerraba la payada. El argumento ponía en el tapete un
tema que me preocupa personalmente:
cómo captar la atención del alumno abúlico.
Como me gusta escribir en tono
humorístico —aunque en ficción también cultivo lo
solemne y lo macabro—, este
procedimiento de cruzar lo lúdico —una payada es
en el fondo un juego— con lo cómico
me permitió asegurarme a priori de que el
cielito era lo que mejor me iba a
salir. Y creo que lo logré, modestia aparte: los
protagonistas se sacaron chispas
sin necesidad de que corriera la sangre como ocurre
en La refalosa. Este cielito incruento, o la posibilidad de
escribirlo, debiera ser más
frecuente en nuestra carrera. Son
consignas alternativas que descomprimen y, al
hacer que el alumno use su
imaginación, le permiten incorporar conocimiento por
medio de otros métodos, al salirse
del “más de lo mismo”: como busca de otra manera
y con otra finalidad, encuentra en
la bibliografía cosas que de otro modo jamás hubiera
notado. Pero, como yo no soy
cognitivista, les dejo a ellos esas cuestiones.
Entonces, a manera de sinopsis histórica: en 2001 salió campeón Racing,
en 2007
nevó en Bernal Oeste, en 2011
descendió River y en 2012 hicimos un taller literario
en Puan.
Pregunta final: ¿Cómo pudo suceder que, en una carrera tan larga, solo una
cátedra haya implementado algo tan
excelente —y tan obvio— para los que somos
de Letras?