La relación entre la teoría y la práctica de la enseñanza y el aprendizaje de la lengua y la literatura problematizada a través de la bibliografía teórica en el primer cuatrimestre de la materia, se tornó un problema “concreto” durante las prácticas del segundo cuatrimestre, poniéndose así de manifiesto el vínculo estrecho, necesario, indisociable que une las dos instancias, o mejor, las dos caras de la misma instancia.
En este sentido lo más jugoso de la bibliografía fue para mí la formulación de interrogantes a los que la práctica me reenvió con insistencia, entre ellos: ¿Qué significa enseñar y aprender lengua y literatura?, ¿Qué se hace efectivamente en una clase de lengua? (Bombini); ¿Qué relación hay entre el saber de y el placer por la literatura? (Díaz Súnico); ¿Qué relación hay entre conocimiento e imaginación? (Egan); ¿Cómo deben concebirse la lectura y los lectores? (Barthes; de Certeau); ¿Cómo debe ser pensada la tan remañida cuestión del “fracaso escolar”? (Charlot); ¿Cómo interactúan conocimiento académico y conocimiento escolar? (Chevallard).
La importancia del planteo de estas preguntas no estuvo dada únicamente porque habilitó la búsqueda de nuevas soluciones, sino, en primer lugar, porque nos invitó a explicitar las que de hecho le damos, explícita o implícitamente, a esos problemas, en tanto no hay práctica que se abstenga de tomar posición frente a estos dilemas constitutivos de la tarea docente.
Encarar esa tarea es responder de un modo u otro a esas preguntas, aunque a menudo las respuestas sean automáticas, no reflexivas. Concientizarlas es, entonces, la oportunidad que nos ofreció encontrarnos con los interrogantes claramente formulados.
En el transcurso de este proceso de retroalimentación de teoría y praxis me vi en la necesidad de explicitar y revisar las premisas que a lo largo de la carrera construí acerca del objeto de nuestra disciplina, al tener que considerarlo desde una nueva perspectiva, a la luz de la cual lo central dejó de ser la delimitación de ese objeto para pasar a ser sus puntos de contacto con las variables que lo atraviesan y configuran, como requerimientos sociales e institucionales, juicios de valor y cosmovisiones divergentes.
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