sábado, 4 de diciembre de 2010

¿Qué hago con todo esto?-Alina Moro


Cuando resolví la consigna de ficción del parcial de Didáctica en el mes de agosto, bastante tiempo antes de hacer mis prácticas en una escuela que todavía no sabía cuál sería, compré y leí varios textos que no sabía para qué me iban a servir más allá de usarlos para hacer el parcial. Los subrayé, rescaté los ítems más importantes de cada uno y ahí quedaron. De algunos no me acuerdo ni los nombres de los autores, pero de otros, creo que puedo rescatar cosas que, viéndolos ahora con un poco más de distancia y sin el contra reloj de resolver una instancia formal de evaluación, me fueron útiles para pensar la experiencia como alumna-docente en la escuela.

Creo que lo que más me sirvió fue el trabajo en las clases prácticas, la modalidad que tienen de ponernos en otro lugar como estudiantes y como futuros profesores de lengua y literatura. El hecho de descubrir nuevos modos de trabajar desde consignas, desde lo que yo pensaba, bastante inusuales y para nada tradicionales, creo que fue bastante útil para sacarnos de un lugar y ponernos en otro. Además, y ya no pensando en la bibliografía, me parece que una de las cosas más interesantes fueron las reuniones donde surgía el debate entre los compañeros sobre los distintos modos de enseñar a partir de diversas y variadas experiencias. Y, si me dijeran que tengo que elegir un texto, me quedo con uno de Maite Alvarado (y con sus consignas de escritura), que me ayudo a plantearme una nueva relación con el conocimiento y el aprendizaje. Un aprendizaje de la escritura despojada de la idea de “genio”, una escritura de invención que puede servir como objeto de reflexión, de uno como estudiante de letras, y de uno como futuro docente en una escuela. Creo que descubrí que no hay una “fórmula mágica” para ser un buen profesor, sino que se trata de buscar, encontrar y volver a buscar.

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