sábado, 4 de diciembre de 2010

Ejemplo de desesperación frente a un trabajo de didáctica-Ma. Paula Canclini

Terror, me doy cuenta que haber leído y entendido una cuestión teórica no es tan fácil como llevarla a la práctica. Me rompo la cabeza pensando una y otra vez que escribir, cómo dar cuenta de lo que pienso en un texto de ficción. En este caso, el muy sugestivo título “el dilema de la hoja en blanco” fue exactamente lo que sentí cuando me senté frente a la computadora y no supe qué escribir y se me ocurrió ponerle ese título como un chiste. Sin embargo, ese chiste fue el disparador que me llevó a pensar, o mejor dicho, recordar qué otras veces había sentido ese dilema, y como si nadie lo hubiese llamado surge en mi mente ese recuerdo de la escritura de un cuento que podía relacionar directamente con la escritura creativa y escritura de invención que había leído en el texto de Maite Alvarado. No sé qué recuerdo me llevó a cual, o si se mezclaron en mi mente Alvarado y mi profesor de lengua de noveno año, pero sentí que eso era justo lo que necesitaba. Sin embargo, no sólo era tener la idea había que pensar cómo plasmarla en la hoja. Otra vez a pensar. Queda poco tiempo, me pongo más nerviosa. Cada segundo que pasa me acerca más a la fecha de entrega del trabajo, y yo aún sin poder escribir. Mente en blanco. De golpe, luz. Alvarado empezaba a conversar en mi cabeza con mi experiencia. Me senté en la computadora y me puse a escribir. De alguna forma pude comprender que lo que dice Alvarado sobre la escritura creativa era lo que en la escuela siempre habían denominado como “imaginación”. A partir de eso fue sólo seguir escribiendo y relacionando temas que antes me parecían tan abstractos con cosas cotidianas y que yo conocía a la perfección.

Una vez que la hoja ya no estuvo en blanco fue escribir sin parar hasta que el aguafuerte terminó por cobrar vida. Es un texto que ya no voy a olvidar, así como su título.


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