jueves, 2 de diciembre de 2010

La incrédula- Jorgelina Parodi

Pecadora fui: nunca me gustó la materia Didáctica ni los textos que estas requerían leer. No solo en la UBA, sino que tampoco me gustaron las que hice en el profesorado de Inglés. Siempre sentí que les faltaba algo, que no saciaban las verdaderas necesidades que yo pensaba iba a tener una vez que estuviese frente a un curso, en la “vida real”.

Sin embargo, con el tiempo fui entendiendo que ni las Didácticas ni la bibliografía que estas materias me ofrecían iban a erradicar esas dudas, ya que no pertenecían estrictamente a su campo. Sumado a esto, las Prácticas en el colegio y el intensivo trabajo de escritura que estas exigieron, me obligaron a repensar mi posición (e incluso prejuicio) respecto de la Didáctica y sus textos.

Muchas veces, uno siendo alumno se vuelve un poco ansioso: quiere YA saber cómo va a ser todo: cuál es la mejor manera de llevar adelante una clase, cuál es el mejor modo de encarar cada tema, qué actividades conviene hacer, cómo reaccionar frente a las problemáticas que puedan emerger. Uno lee los textos buscando soluciones express: uno quiere un manual aplicable. Si bien todo se puede prever y uno puede tener un as bajo la manga con el cuál salir airoso de ciertas situaciones, siempre va a pasar algo que uno no pensó que nos va a sorprender. Y eso está bien. Si buscamos que los chicos se sorprendan como medio para lograr el interés y aprendizaje, ¿por qué no darnos lugar a lo mismo?

Aquí creo que es dónde el saber teórico del que tanto renegamos (o renegué) puede ser bien útil: son las concepciones sobre la enseñanza lo que el docente tiene que tener bien en claro y revisar constantemente. En este sentido, estoy segura de que si hoy me tomara el tiempo de repasar algunos textos de la cursada de Didáctica, mi acercamiento a los mismos sería totalmente diferente de lo que fue en otras ocasiones (incluso no muy lejanas en el tiempo). Los leería no buscando soluciones trasparentes, sino frases o ideas que me hagan repensar mi propia práctica y el modelo de docente que quiero ser. En este sentido, si bien con el fin de esta cursada se está terminando un ciclo, también está empezando otro, ya que con las Prácticas hechas y con el contacto con la clase, puedo finalmente mirar con buenos ojos la Didáctica.

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