sábado, 4 de diciembre de 2010

La ficción de la maravillosa teoría-Patricia Ayala

Cuando uno finaliza el secundario convencido de que va a inscribirse en la carrera de Letras, imagina dos cosas básicamente acerca de su futuro académico: 1) que va a leer mucho, 2) que va a escribir mucho… Ahora bien, todo aquel que haya pasado por las aulas de Puán sabe con certeza que, mientras el primer presupuesto se cumple completamente, no ocurre lo mismo con el segundo, o mejor dicho, se escribe y mucho, pero paradójicamente, no literatura.

Constantemente realizamos parciales (presenciales o domiciliarios), trabajos prácticos, monografías, etc., en los que repetimos las brillantes ideas expuestas por importantes teóricos o por nuestros propios profesores de curso, quienes frecuentemente, son esos mismos brillantes teóricos a quienes leemos y parafraseamos. Aunque el conocimiento del material disciplinar del área de estudio a la que uno pertenece es sumamente productivo e indispensable, también se debería tener la oportunidad de poner en práctica la creación, la invención y la originalidad, que es lo que llevó, en primer término, a esos teóricos a los que consultamos continuamente, a ser tan geniales.

Por todo esto es que, aunar la teoría a la ficción en un mismo espacio de trabajo constituyó una experiencia sumamente interesante y novedosa, si consideramos las metodologías que tradicionalmente se utilizan para evaluar a los alumnos en las materias literarias de la carrera. El poder crear algo nuevo, con un sello propio, a partir de lo dado previamente (y en esto reside precisamente la utilidad de aquello que el grupo Grafeim denominó “la valla y el trampolín”, que constituyen la motivación y el límite para el proceso de escritura, respectivamente) supone poner en juego multiplicidad de conocimientos, pero implica, sobre todas las cosas, una verdadera apropiación de los contenidos que los textos nos acercan, ya que estos operan como una base sólida sobre la cual se asienta el trabajo posterior propio.

Al contrario de lo que frecuentemente se cree, este tipo de ejercicio, no sólo da cuenta de la lectura del material académico necesario, sino también de su manejo fluido y de su conocimiento integral por parte del alumno, quien sólo así está en condiciones de utilizarlo para sus propios fines (en este caso particular, el objetivo fue realizar un parcial para lograr la aprobación de una materia).

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