Creo que si sos un estudiante de letras y todavía te corre algo de placer por las venas, cuando desde una cátedra te plantean escribir un aguafuerte, se te llena la boca de saliva. Decís Aguafuerte = Arlt. Además de lo estimulante de la consigna, te tenés que acordar que no estás cursando una materia cualquiera. Para los que trabajamos en la docencia y salimos de filo, sucede que no tenemos otra oportunidad de saber cómo se piensa una clase si no es cursando la didáctica especial de letras. Digo pensar una clase, porque la vivencia ya la tenemos. Hubo textos en los que pensé como si fuesen una necesidad, y con esto me refiero al libro de Grafein. Hubo otros que vi como una panorámica de la enseñanza de la lengua y la literatura. Pero para trabajar un aguafuerte no quise pensar en ningún texto de la cátedra porque quería hablar de algo que no se planteó a través de nuestros encuentros semanales. Quizás porque es el costado más oscuro del aula y porque tiene que ver con una práctica que “hay que desterrar”. Obviamente, la cátedra no imparte recetas, pero personalmente yo creo saber algo sobre aquello en lo que no hay que incurrir (el anti-arte), y en mi caso “la copia comunitaria” sirvió como un eje para mis prácticas, porque en lo que va de ellas, en ningún momento se trabajó con conocimiento tópico. No hubo lugar para guías de preguntas ni para manuales o consignas del tipo “llene los espacios en blanco”. Creo que si debo rescatar un texto que como el de Arlt, nos provoca placer, de la bibliografía de la cátedra recomiendo el libro de Bombini “La trama de los textos: problemas de la enseñanza de la literatura”. Lo recomiendo en este post porque en mi parcial lo había citado y eso coartaba la posibilidad de recomendarlo en su momento. Y termino con una pregunta ¿Qué es una entrada de blog? Creo que se trata de un texto todavía inclasificable y a veces incomprensible. Un texto que todavía se resiste porque excede a cualquier encasillamiento o tipología.
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