Hace rato que no posteaba nada. Estuve ocupado escribiendo algunas aguafuertes, muy divertidas, por cierto.
Hace rato que no posteaba nada. Estuve ocupado escribiendo un parcial de didáctica de la lengua y la literatura.
Estuve, en realidad, haciendo ambas cosas y una sola a la vez. Es que en la cátedra de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la UBA nos propusieron realizar un parcial a través de distintos géneros literarios. Yo elegí las aguafuertes, ese género arltiano cercano a las crónicas (de Lispector, por ejemplo) pero tan único. Esas pinturas grabadas de personajes, lugares y palabras de una ciudad. En mi caso, se trataba de hacer aguafuertes que pinten a las prácticas escolares utilizando problemáticas y conceptos trabajados en nuestras clases universitarias y hacía allí fui.
Escribir literatura a partir de problemáticas teóricas como norte resultó un desafío interesante porque resultaba impredecible hasta dónde se podían tensionar una y otra. (Adorno era quién decía, si mal no recuerdo, que el arte surge entre esa tensión entre lo que el artista quiere decir y la flexibilidad posible de los materiales con los que trabaja).
La consigna de trabajo dio sus frutos y realicé 4 aguafuertes que intentaban, a su manera, reflexionar sobre cuestiones que involucran a saberes teóricos sobre las prácticas de lectura y escritura. Interesante forma de estudiar fue hacer literatura. Los alumnos de la carrera de letras no estamos acostumbrados a ello. Se nos piden arduas monografías, imposibles parciales presenciales, horrorosas exposiciones, pero que yo sepa nunca una escritura ficcional que involucre los saberes aprendidos en la cursada.
Esta escritura resulta realmente productiva porque al tiempo que hay que volver a los textos, o a nuestra reflexión sobre ellos, nos permite trabajar con la invención, con la libertad y constricción que plantea el texto literario.
Al menos yo, prefiero esta escritura ficcional, que me permitió poner en juego mis conocimientos de una manera placentera y divertida, que sentarme a calentar la silla desarrollando un texto lleno de citas bibliográficas, que funcionen como guiños para que el docente sepa que he cumplido mi deber de leer la bibliografía..
No hay comentarios:
Publicar un comentario