martes, 29 de noviembre de 2011

Yo (no) escribo


A diferencia de muchos de los estudiantes de letras, yo no escribo. Perdón, debería corregir esto: yo sí escribo, lo hago ahora, lo hice durante mis siete años de facultad, lo seguiré haciendo incansablemente. El NO debería ir antes del sintagma “escribo poesia” o “escribo ficción”. Algunos de mis parientes creen que lo hago y que por eso decidí estudiar esta carrera, atendiendo a la idea generalizada puertas afuera de puán sobre nosotros, los esforzados estudiantes de letras. En este territorio en el que no me muevo como pez en el agua tuve que incursionar y tirarme a la pileta. ¿El resultado? Un diálogo patriótico al modo de los de Hidalgo entre Ramón Contreras y Chano pero, esta vez, entre dos gauchos de otras pampas: Miguel de Certó y Rolando Barthes. El marco de esta incursión fue un parcial de didáctica especial, una propuesta de escritura de ficción con autores de la bibliografía, una reflexión de lo teórico desde el juego literario, un extrañamiento de mis hábitos de estudiante acostumbrada a la monografía y al ya tan gastado comienzo: “En este trabajo nos proponemos analizar…”.

La consigna me sacaba de lo conocido y me llevaba a un terreno para mí poco explorado: hablar de lo teórico desde un género no académico. Visto así, fue todo un desafío y terminó siendo divertido jugar con los autores y poner a dialogar sus teorías. Me parece que lo que se pone en juego en este tipo de consigna es un uso creativo del conocimiento y lo que se propone es alejarse de la repetición o exposición de la bibliografía. Entra en juego, entonces, la idea de apropiación de Charadeau donde lo ficcional constituye un campo de exploración. Esa apropiación, antes que ser dicha, se muestra, se exhibe. Cuando escribo en un género académico a veces me olvido de que estoy trabajando con el lenguaje; cuando recurro a un género ficcional, no puedo dejar de tenerlo en cuenta

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