Creo que sólo hay una palabra para describir lo que sentí cuando leí la consigna de escritura de ficción del parcial de Didáctica: PÁNICO. Escuchaba a mis compañeros quejarse de que tenían que escribir una ponencia y leer toda la bibliografía y pensaba: “a mí la ponencia no me preocupa, es como escribir un parcial, pero la otra consigna no tengo idea ni siquiera por dónde abordarla”. Claro, la ponencia es un género académico al que, en mayor o menor medida, estamos entrenados. Todos hemos tenido que escribir parciales, monografías, informes de lectura, reseñas y demás. Una ponencia no es tanto más complicado: leer la bibliografía, jerarquizar temas, darle un orden; en fin, un trámite. Pero ponerme a escribir un cielito, un aguafuerte, un cómic o una escena de teatro era más de lo que había en mi universo de lo posible. Claro, todos estamos acostumbrados a leer ficción y a criticarla. Para eso se nos forma. Pero en ninguna instancia de la carrera (salvo, claro está, el parcial de Didáctica Especial) se nos pide que produzcamos ficción. Me sentí casi como cuando en Teoría y Análisis Literario me pidieron en el primer año que escribiera una monografía sobre un cuento. Yo no tenía idea donde estaba parado. Y ahora, además, tenía que articular conceptos teóricos dentro de la ficción. Era maliciosa esa consigna, por decir algo.
Reflexionando sobre el tema salta a la vista una de las falencias (una de tantas) más grandes de nuestras carreras: nosotros nos quedamos con la mitad del fenómeno literario. Aprendemos a interpretar, pero no sabemos producir. Mas allá de que digan por ahí que en todo estudiante de Letras hay un escritor frustrado. Las prácticas de taller no son hábitos corrientes en nuestra formación. No sé tampoco si es imprescindible que lo sea. Pero en algún punto creo que sería interesante que tuviéramos la posibilidad de acceder a prácticas de este tipo, en la medida de nuestros intereses.
Lo que me queda este pequeño ejercicio de escritura es la certeza de que la ficción puede usarse como estrategia para transmitir otros conocimientos. Y que como docentes (cualquiera sea el nivel en que nos desempeñemos) debemos valernos de ella y acercarle a nuestros alumnos la posibilidad de expresarse. Si yo pude hacerlo, creo que cualquiera podrá.
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