22 de noviembre de 2011
La cosa es así: una piensa que va a descansar en julio porque no va a rendir nada y acaba de promocionar una materia y de repente le dan un parcial para hacer en vacaciones. Y como si fuera poco me pidieron que escriba ficción. Sí, ficción. A mí, que cuando en la secundaria me pedían cuentos me los copiaba de los libros de Escalofríos porque no se me caía una idea. Me parece ante todo fastidioso, yo no sé hacer esto. Denme un parcial con consignas acartonadas, lo prefiero. Y hasta pienso: ¿Por qué tengo que hacerlo? ¿Qué tiene que ver con mi formación? La verdad es que el “rezongar” me duró mucho (tanto como a los viejis en las clases del taller que dimos con Miki) pero después de muchos días me dispuse a pensarlo de otra manera: cómo puedo poner en práctica un género distinto. Porque por primera vez en tantos años de carrera me piden otra cosa y debería animarme a intentarlo. Porque no me están pidiendo más que lo que le pedí a los viejis en ese taller, que (se) jueguen a construir un “como si”. Y el guión de esa obra de teatro (porque mi “como si” no llega a que yo logre un cielito o un diálogo platónico y porque no pude terminar con los dibujos para la historieta) se parece mucho a lo que sí pienso que se hacer: poner a dialogar autores. Entonces en eso me embarqué, por supuesto con la dificultad que el género se merece. Porque les cuento que se sienten como dos parciales a la vez, porque se cuida lo que se dice (y Barthes no me la hizo fácil) pero más que nunca el cómo. Y hasta me permití algún chiste que no se si se entendió del todo. Conclusión: que no fue para tanto.
[1] DISCLAIMER: Nunca tuve un blog, ni se qué se supone que es “a la manera de una entrada de blog” pero voy a tratar de hacer como si tuviera uno (disculpas por la informalidad)
No hay comentarios:
Publicar un comentario