Nunca había dado cuenta de las lecturas de la bibliografía a partir del empleo de géneros literarios. Se supone que son géneros para “otra cosa”, sin vinculación aparente con el saber académico. Mucho menos con los debates que allí se generan.
Claro que me divertí haciéndolo pero, de todas formas, me acompañó en la producción una inseguridad enorme. Inseguridad de haber comprendido mal la consigna, de que se haya equivocado de consigna la misma cátedra, o simplemente que las posibilidades de desarrollar las ideas en un cielito no fueran suficientes para dar cuenta de mis saberes o lecturas de la bibliografía. Deseaba dar mayor profundidad a los planteos que propuse en cada estrofa, pero el formato, la rima, el número de sílabas en los versos, no me permitían sino expresar de manera reducida el contenido a expresar. Me parecía que era un género demasiado acotado para lo que esperaba el profesor de mi producción.
Confieso que, a pesar de haberla pasado bien, al escribirlo, me dejó un sabor de incompletad. De cosa no terminada o no dicha en toda su plenitud. Estoy tan estructurada, a la hora de dar cuenta de mis lecturas y reflexiones en la carrera que yo misma no me creía lo que escribía. Me parecía bastante absurdo emplear dicho género para el parcial. Pero, a la vez, me pregunté ¿porque restringir la legitimidad de los géneros académicos a un número tan reducido?
¿Acaso importa más la forma que el contenido? Ó, ¿Es la forma del género empleado un contenido más, agregado a la producción del discurso? La forma, ¿es un marco de interpretación en cuanto a la distinción de géneros creíbles y serios de aquellos que no lo son? ¿Eran menos válidos los conceptos expresados como cielito?
Si hubiera existido la posibilidad de elegir entre una forma tradicional de responder a un examen y el cielito, posiblemente hubiera elegido ir por caminos ya transitados en los que me siento algo más segura. Es decir, para correr, zapatillas bien atadas.
Claro, hubiera sido cobarde no aceptar la propuesta rupturista de correr en ojotas, pero algunas veces los desafíos interesantes como “te invito a que” deben venir en formato de consigna precisa, para no darnos opción a rechazar nuevas experiencias, como en aquel parcial domiciliario “escribe un cielito, un aguafuerte o un diálogo….”.
Estuvo genial!!!!!
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