Cuando me enfrenté a la consigna final del parcial de Didáctica Especial, dudé. En primera instancia, la duda.¿Cómo hacer para volar desde la teoría? ¿Cómo lograr crear sin perder el anclaje teórico palpable, comprensible y “verdadero”? ¿Cómo hacer para que ambas cosas estén presentes y sean fácilmente identificables?
Esas eran las preocupaciones que pululaban por mi mente, y me di cuenta que desde que entré en la carrera, hace ya unos cuatro años, nunca antes se me había planteado una situación similar. Recordé sobre todo, lo mucho que me apasionaban esas horas de taller de escritura, donde una línea, o una consigna, me permitían volar y hacer desmanes.
Entonces decidí arriesgarme, y no tener la teoría como línea de horizonte fija y limitadora, sino tenerla ahí, en mí. Después de todo, las teorías también son creatividad que se articula, son ideas y visiones sobre las cosas.
Decidí entonces jugar un poco, como cuando era nena, inventarme personajes, como los que leía de niña y ver si la teoría que vengo incorporando hace años se ve en algún lado, de fondo, y también se refleje tal vez, de otra manera, con la forma.
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