lunes, 28 de noviembre de 2011

gabriel ossa- ¿Se puede evaluar a través de la escritura de ficción?


Se puede.

El parcial de Didáctica Especial fue el primero en toda la carrera de Letras -acercándome al final- en el que la consigna consistía en involucrar conceptos disciplinares tamizados por la forma de un género literario. Escogí la escena de teatro, porque era el género con el que me sentía más seguro. Cuando me disponía a empezar, acudieron mis ‘‘conocimientos’’ adquiridos en la universidad sobre teatro: básicamente la cursada de Literatura Inglesa que había sido sobre teatro inglés del siglo XX. Robé a Harold Pinter y a Beckett: en las acotaciones escénicas, las líneas de diálogo lacónicas de los personajes. Pero diría que no fue una operación mecánica de cotejar aquellas fuentes y reproducirlas en la hoja en blanco; yo había internalizado esas lecturas (de modo que podría ir con el parcial de Didáctica y decirle a Cerrato: Laura, mirá cómo aprendí a Pinter y a Beckett). Me pregunté en distintos momentos si estaba respondiendo a la consigna: ¿es esto una escena de teatro? Sí, tengo de respaldo a Beckett y Pinter que hicieron que el absurdo sea reconocido (en la universidad, los interlocutores eran egresados de Letras) como teatro. ¿Pero cómo conjugar el absurdo con las ideas pedagógicas de Bombini y Mónica Bibbó? Ambos, el absurdo y la didáctica de la lengua y la literatura, fueron estímulos, disparadores para escribir: me dieron un terreno firme referencial donde moverme, pero sin limitarme, por el factor literario que traspasa las vallas de los géneros. Las ideas de los teóricos de la didáctica estaban en la escena de teatro, descontextualizadas de su marco discursivo original y regular, ya no regía su valor de verdad, o estaba relativizado por la acción ficcional y el comportamiento de sus enunciadores convertidos en empleados de una hamburguesería… Eso es lo que diferencia un parcial de estas características con uno tradicional: en los que tenemos un 99% de experiencia estamos habituados básicamente a reproducir conceptos teóricos, con mayor o menor literalidad. En este otro, dichos conceptos estarían alterados, conviven con una estructura ficcional, lo que no quiere decir que queden neutralizados. Creo que justamente en el absurdo y en toda la literatura lo que se enuncia tiene la cualidad de ser simultáneamente verdadero, falso, posible, en la mente del lector.

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