martes, 29 de noviembre de 2011

Florencia Piluso: Escritora, crítica, profesora.


Para el parcial opté por escribir una pieza teatral que tenía como eje un problema que se planteó en los teóricos dictados durante el primer cuatrimestre. En aquel momento el problema esbozado tenía que ver con los criterios por los cuales los docentes evaluamos y analizamos las producciones de los chicos: ¿está mal si responden una consigna de escritura en dos renglones? ¿Puede estar completo eso? ¿Responde la consigna? ¿Qué es lo que se corrige? ¿Enseñar escritura es enseñar literatura? En su momento me pareció que la discusión desarrollada en clase podía extenderse y tomé el espacio ficcional para tal fin. Se ve, primero vino el interés teórico y luego el ficcional. Esto no es ni bueno ni malo pero distingue las cosas. Antes que nada se trató de la actividad de un académico y no de la de un escritor de ficción, más aún si tenemos en cuenta que un texto dramático es pieza de teatro una vez que se lo lleva a un escenario. La obra de teatro es una puesta en acción, su libreto es dependiente en todo de tal momento. Así que sin posibilidades de llevar a escena aquella obra escrita para el parcial nos queda en las manos analíticas todo su potencial académico (en el caso de que lo tenga). En la obra se plantea un dueto de profesores que es también un duelo encubierto. Cada uno representa explícitamente un modo profesional de ser y actuar: automático en el caso del profesor; participativo, interesado y desautomatizado en el caso de la profesora. En el medio, el alumno, quien termina confrontando ambos tipos de aulas. Al finalizar la obra, el alumno reflexiona acerca de las posibilidades respecto de aquello que escribió para la clase, quizá lo visto en la clase de la profesora: las correcciones y reflexiones acerca de lo que produjo, puedan formar parte de los primeros instrumentos de una caja de herramientas útil para convertirse (o ya ser) un escritor. La exposición de tales intereses teóricos en el marco de una escritura ficcional fue un trabajo por demás gratificante. Sucede que en nuestra carrera de Letras la escritura ficcional ha quedado relegada al afuera. Internamente la academia no realiza ningún tipo de reflexión o actividad que tenga en consideración a la escritura ficcional de los estudiantes. Un profesor de nuestra casa de estudios señaló una vez en clase que en su experiencia personal lo que le sucedió fue que ingresó a la carrera para ser escritor, se formó como crítico y salió teniendo que ser profesor. Es llamativo como estas tres labores quedaron entrelazadas al momento de realizar la actividad propuesta para el primer parcial de didáctica especial: una obra de teatro que críticamente argumenta en torno de los modos de enseñanza y los distintos tipos de profesores. Así pues me resultó tan gratificante como estimulante el haber tenido la oportunidad de unificar aquello que se presenta tan escindido en el transcurso de la carrera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario