Todo el tiempo leer obras de ficción, y nunca escribirlas. Este fue el reto que Didáctica Especial me planteó como alumna de la carrera de Letras, acostumbrada a leer, pero no a producir.
Los diferentes géneros narrativos que tuvimos que producir, implicaron una entrada de la primera persona y de la experiencia, en mi escritura académica.
Al escribir la escena teatral, tuve al menos tres comienzos que fracasaron, porque era muy edificio articular la teoría con un ejemplo práctico, no pensar en el problema sino en un problema en situación. La elección de mi personajes intentó dar cuenta de diferentes posturas didácticas; cuando tuve que especificar el espacio, no pude sino ubicarlo en un espacio didáctico; y para escribir la escena del problema, estuve bastante tiempo mas del que me hubiese llevado solo explicarla, a la antigua, en un parcial de tipo monográfico.
Fue un reto que superé, y que me ayudó a desprenderme un poco -en la escritura- de los géneros académicos, tan arraigados en mi cabeza. Me ayudó a pensar en contexto, a pensarme a mi en el problema y a poder plantearlo de forma clara y didáctica. Entiendo, que es bueno cambiar las formas de vez en cuando, no importa cuánto nos gusten, o cuán seguros nos sintamos en ellas.
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