viernes, 29 de noviembre de 2013

No recuerdo haber escrito esto – Diego Motto





Si algo me ha costado este año, es lograr “ubicarme” en el rol de estudiante (prefiero esta palabra, en lugar de “alumno”); desde el año 2007 (o 2008) no cursaba una materia en Puán, ni había tenido mucho acercamiento; sólo dí finales que tenía atrasados, y los tres niveles de los idiomas, en carácter de libre (Portugués me costó tres intentos!). Cuando uno se aleja de las formas propias de las instituciones, tiende a sobredimensionar las reglas de la estructura; es decir, se agrandan las propias inseguridades.
Además, vengo ejerciendo la docencia desde el año 2003, por lo que las prácticas docentes no significaron una novedad. Sí me obligaron, buenamente por cierto, a focalizar sobre ciertos nudos, y a afrontar algunos desafíos en torno a presentar un plan de trabajo más sistemático de lo que suelo hacer. Pero, a decir verdad, esto también ha influido en que me cueste ubicarme en el rol del estudiante, o al menos sólo en ese lugar (cuando se da clases, hay que estar siempre dispuesto a aprender, a desafiarse a aprender incluso).
Lo último, es que no he escrito nunca una entrada en un Blog; estos días estuve mirando algunos, relacionados con Puan más que nada, y abundan fotos y anécdotas relatadas en un registro informal (encontré uno bueno, que recolecta citas de profesores de la Facultad; muy graciosos!)
            Yendo como quien dice al grano; los dos primeros factores que redacté recién, me jugaron una mala pasada sobre todo en el examen escrito de mitad de año; se condensaron allí las dudas e inseguridades sobre los modos, la perspectiva teórica, cierto uso de palabras, etc. En ese sentido, debo decir que la posibilidad de la escritura ficcional otorga un margen que ayuda a la expresión de los “sedimentos cognitivos” que va dejando el reflexionar, el dejarse atravesar por los materiales de la cátedra, por las escuchas, por las actividades grupales; en términos de formato, creo que pude expresar más y mejor lo “sedimentado” en esa parte del año en el punto 2, que en el 1.
Para realizar ese punto del parcial, intenté armar una suerte de guión teatral que conjugara algunos elementos que se pretendían graciosos, con algunos nudos de debates que me resultaron de mucho interés en la bibliografía obligatoria. El hecho de “poner a jugar” distintas concepciones, de ponerlas en tensión a partir de los diálogos, repercutió, desde mi visión, positivamente, en el sentido de que perdieron la aparente sistematicidad con la que se estila construir las teorías (las ciencias sociales comparten, muchas veces, esas matrices).

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