La consigna que invitaba a presentar una perspectiva teórica bajo la forma
de una escritura ficcional me resultó muy productiva. Me pareció que esta actividad me obligaba a
desautomatizar mi propio discurso. Las
fórmulas habituales no tendrían lugar, había que salir del lugar cómodo que uno
crea en años de relación con los géneros académicos.
Elegí la estructura del cielito de la tradición gauchesca porque me parecía
que sería una manera de acompañar desde lo formal la elección temática
efectuada. Reflexionaba sobre el
conflicto entre el imperativo de estandarizar la lengua en las escuelas y la
voluntad por no estigmatizar las hablas dialectales, y el género del cielito,
justamente, recurría las voces populares marginadas. Además, habitualmente se
estructuraba en torno a un tema sobre el cual se iban desarrollando
sucesivamente diversas opiniones, lo que lo volvía un molde muy pertinente para
presentar la discusión mencionada.
El requerimiento de justificar la elección del género utilizado me obligó a
no decidirlo al azar, y, correlativamente, me permitió que el trabajo
adquiriera mayor coherencia, que forma y contenido articularan un todo.
El llevar a cabo la consigna me
vinculó con lo lúdico, con el placer del juego rítmico, mover las palabras como
piezas que debían ajustarse a sus posiciones sin perder de vista el significado
del que eran portadoras. La forma misma
me iba guiando y en cierto punto los conceptos parecían acomodarse mágicamente
a sus lugares en los versos.
Y, mientras escribía me daba cuenta
de que se quebraba ese hábito académico por el cual la forma se reitera hasta
hacerse invisible. Ese era el sentido
que adquiría para mí el trabajo, el extrañamiento, la novedad, la aparente
dificultad que hacía productiva la tarea en el acto mismo de superarla.
Y creo que ese el efecto más
positivo de la escritura ficcional, suelta amarras, desautomatiza, obliga al
movimiento frente a las formas académicas más estáticas, menos flexibles. La
escritura ficcional insta a salir del
lugar conocido hacia los no explorados porque exige una mirada nueva aun frente
a los mundos cotidianos y seguros.
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