jueves, 28 de noviembre de 2013

Después de tanto leer, ahora me toca a mí -Daniela Puig



            Este momento tenía que llegar, ¿no?, sentarme y ponerme a escribir, pero no un parcial ni una monografía, sino una f-i-c-c-i-ó-n. Justo para el parcial de Didáctica Especial, una de las consignas era escribir un texto ficcional, ¿en serio?, ¡pero qué voy a escribir!, me sentí un signo de interrogación. Tanto cursar Letras y analizar cuentos, novelas y demases, ¿y ahora yo tengo que escribir algo? Pensé que no podría, no se me ocurría nada, desde que entré a la facultad y estudié a los formalistas que no escribo desde mi yo interior, ¿y si lo que escribo está mal?, de repente todos los cuestionamientos se me vinieron a la mente. Creo que nunca, en toda la carrera, me pidieron hacer algo así: ¿qué pretende usted de mí?, pensé al leer lo que nos pedían desde la cátedra.
            De las tres opciones: cielito, diálogo platónico, guión de historieta o escena teatral, me quedé con esta última. Me venía bien hacer algo de teatro justo con la experiencia que había tenido en las observaciones. Busqué los textos necesarios de la bibliografía de la cátedra y empecé a imaginar mis personajes: una estudiante de didáctica agobiada y sometida a los arduos límites entre la enseñanza de la Lengua y Literatura (no podía dar literatura para enseñar pronombres), y un delirio intelectual con las voces de los grandes de la didáctica. ¿Catarsis se le dice?, empecé con algo así, planificación de las clases y todo lo que se debe tener en cuenta al momento de enseñar. Tanto me enfoqué en los diálogos locos, que me olvidé de titular la escena. Justo a mí, la maniática de los formatos, títulos, notas al pie y etc., se me olvida darle nombre a esa interacción. Tal vez la situación extraña de escribir ficción, me nubló las estructuras y me concentré en hacer una escena de verdad un poco rara, con esta chica que escucha voces que la ayudan a armar sus clases. Pero bueno, quién no ha escuchado voces alguna vez en su vida.
            Cuando terminé de escribir la escena, me daba risa. Creo que si no prospero como profesora, tal vez me dedique a la comedia y monte algo en Avenida Corrientes, ¿por qué no? Sin embargo, me gustó mucho la oportunidad de poder escribir “fuera de los parámetros académicos” como lo entendemos, porque no es solamente responder una consigna, sino que es poner en juego lo que estábamos leyendo en Didáctica y lo que veíamos en nuestras observaciones de las clases de Lengua, con un poco de uno, sin sentirse cuestionado o acorralado, y sacarnos de esas estructuras que a veces nos aprietan demasiado.  

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