Este momento tenía que llegar,
¿no?, sentarme y ponerme a escribir, pero no un parcial ni una monografía, sino
una f-i-c-c-i-ó-n. Justo para el parcial de Didáctica Especial, una de las
consignas era escribir un texto ficcional, ¿en
serio?, ¡pero qué voy a escribir!,
me sentí un signo de interrogación. Tanto cursar Letras y analizar cuentos,
novelas y demases, ¿y ahora yo tengo que
escribir algo? Pensé que no podría, no se me ocurría nada, desde que entré
a la facultad y estudié a los formalistas que no escribo desde mi yo interior, ¿y si
lo que escribo está mal?, de repente todos los cuestionamientos se me
vinieron a la mente. Creo que nunca, en toda la carrera, me pidieron hacer algo
así: ¿qué pretende usted de mí?,
pensé al leer lo que nos pedían desde la cátedra.
De las tres opciones: cielito,
diálogo platónico, guión de historieta o escena teatral, me quedé con esta
última. Me venía bien hacer algo de teatro justo con la experiencia que había
tenido en las observaciones. Busqué los textos necesarios de la bibliografía de
la cátedra y empecé a imaginar mis personajes: una estudiante de didáctica
agobiada y sometida a los arduos límites entre la enseñanza de la Lengua y
Literatura (no podía dar literatura para enseñar pronombres), y un delirio intelectual con las voces de los grandes
de la didáctica. ¿Catarsis se le dice?,
empecé con algo así, planificación de las clases y todo lo que se debe tener en
cuenta al momento de enseñar. Tanto me enfoqué en los diálogos locos, que me
olvidé de titular la escena. Justo a mí, la maniática de los formatos, títulos,
notas al pie y etc., se me olvida darle nombre a esa interacción. Tal vez la
situación extraña de escribir ficción, me nubló las estructuras y me concentré
en hacer una escena de verdad un poco rara, con esta chica que escucha voces
que la ayudan a armar sus clases. Pero bueno, quién no ha escuchado voces
alguna vez en su vida.
Cuando terminé de escribir la
escena, me daba risa. Creo que si no prospero como profesora, tal vez me
dedique a la comedia y monte algo en Avenida Corrientes, ¿por qué no? Sin embargo, me gustó mucho la oportunidad de poder
escribir “fuera de los parámetros académicos” como lo entendemos, porque no es
solamente responder una consigna, sino que es poner en juego lo que estábamos
leyendo en Didáctica y lo que veíamos en nuestras observaciones de las clases
de Lengua, con un poco de uno, sin sentirse cuestionado o acorralado, y
sacarnos de esas estructuras que a veces nos aprietan demasiado.
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