Una de las cosas que
más me resonó, no cuando leí la consigna sino cuando intenté resolverla, fue la
de la fidelidad a las fuentes. Para cumplir métrica y estilo del Cielito
gauchesco me enfrenté a dos opciones: La primera consistía en escribir un
diálogo de gauchos sumamente sofisticado que no sólo pecara de inverosímil y de
no cumplir con las características del género sino además se ser casi ilegible,
tanto porque se convertiría en un texto sumamente pesado como porque muchas
cosas serían de difícil comprensión sin reposición de contextos y diálogos
teóricos que existen en las teorías que tomé para la resolución de la consigna.
La otra opción sería respetar las características del género en detrimento de
la especificidad teórica de los saberes académicos que ponía en juego. Poner en
boca de un personaje popular las teorías de Chomsky y de Bourdieu implicaría
necesariamente simplificarlas e incluso proponer lecturas erróneas que pasaran
a ser parte de la ficción que crearía. No sin renegar, elegí la segunda opción
ya que interpreté que la consigna me pedía que escribiera un texto de ficción y
no una ponencia sobre el lenguaje. El proceso de escritura de esta consigna
estuvo acompañado de muchas cosas, siendo la más prominente de ellas la
inseguridad. A cada paso sentía que estaba dejando algo sin decir, que el
diálogo que estaba generando era una maraña de cabos sueltos a nivel teórico,
que se entendía, pero que no dejaba traslucir ni los conceptos que ponía en
juego ni la problemática que tenía intención de tratar en base a esos conceptos.
O en su defecto, que se trataba de una manera de exponer esos saberes que yo
jamás reproduciría en ningún otro ámbito. Tal vez lo que rescato es la ruptura
con la fuente. Yo estoy seguro de no haber escrito un Cielito que tratara
conceptos presentes en los autores mencionados, ni que abordara problemáticas
presentes en esos autores. Fue una invención, un problema nuevo y un
conocimiento nuevo que tuvo algún punto de apoyo en esas teorías pero que
devino en algo totalmente distinto y que si hoy me preguntaran, no me gustaría
que se relacione con ninguno de mis textos fuentes, ni siquiera con los textos
de la gauchesca. Al menos no de manera directa. Esto no es porque tema no
rendir fidelidad a mis fuentes sino porque para escribir este Cielito, para
poder abordar la práctica material de la escritura de la consigna, en algún
punto, irremediablemente, estas fuentes tuve que abandonarlas en su totalidad.
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