viernes, 29 de noviembre de 2013

Un día en la UBA me pidieron que escribiera ficción… Julieta Benvegnú





Después de confirmar algunas veces que se trataba de un texto de ficción me senté a escribir un diálogo platónico, como genero me gustó para trabajar por los contenidos que veníamos viendo en las clases (dónde el signo de pregunta se había ganado el papel principal). Por otro lado, hacía no mucho había cursado la materia filosofía antigua y me había gustado la idea de escribir en ese género por primera vez. Pensé en qué nombre poner a mis personajes. Pensé en que no fuese aburrido de leer. Después pensé que me iba por las ramas que mejor ponía un poco de contenido para hacer valer la cantidad de resaltado colorinche que adornaba mi escritorio. Pensé que era importante que tuviera un principio y un final, entonces me vino genial el diálogo platónico que se termina sólo porque concluye el día o alguien por alguna razón se tiene que ir y no porque se haya dado una respuesta final, cosa de que en mi ficción no muriera el protagonista (el ya citado signo de pregunta) porque me gustan los finales felices.
En todos estos pensamientos ponía en práctica distintos planos discursivos que incluso abarcaban saberes académicos que circunscriptos a en mi cabeza a otras materias.
Cuando escribí el parcial me preguntaba cómo “insertar” la teoría en la ficción. Hoy, luego de la experiencia de las prácticas y viendo el parcial a la distancia,  pienso que los géneros ficcionales motivan una práctica de escritura que re funcionaliza los saberes académicos.
En el trabajo práctico que hicieron los chicos de mis prácticas algunas consignas tenían forma de pregunta–respuesta, los chicos no tuvieron dudas con respecto a ellas. Sin embargo, sí tuvieron dudas a la hora de encarar la consigna de escritura de ficción. Cuando mencioné que los había corregido no me preguntaron si “estaba bien” lo que habían respondido, sin embargo sí me preguntaron si había leído sus relatos. No sólo les resultó más desafiante la propuesta (como resaltaba Bibbó en “La escritura es de entrada una práctica”) sino que noté el manejo natural de ciertos elementos narrativos que habíamos trabajado en la lectura, conexión que hice y mencioné cuando hice la devolución de las ficciones a aquellos que me preguntaban adelante del resto acerca de si las había leído. Además, de esa manera, contaba a los demás que había escrito su compañero y en función de compartir las historias volvimos a revisar y a charlar sobre los contenidos que habíamos estado trabajando.

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