Hoy voy a escribir sobre
una experiencia que tuve en la materia Didáctica de la Lengua y Literatura para
recibirme de Profesora de Lengua. ¿Recuerdan el estereotipo de parcial común y
corriente que nos tomaban en la facultad hace años? ¿El parcial del estilo
“Escriba una monografía sobre tal y tal tema”? Bueno, en esta materia eso ya no
existe. Así que, si están esperando transitar la didáctica especial de la
carrera de Letras, les recomiendo que se preparen para la escritura de ficción
en cualquier momento, incluso en los parciales.
Hace unos meses tuve el
primer parcial de la cursada anual. Desde la consigna, la docente nos pedía que
resolviéramos un ítem cruzando la bibliografía con la escritura de ficción. Lo
primero que pensé fue ¿se puede usar a la ficción como mera herramienta para un
parcial? ¿No es acaso la ficción algo mucho más serio que una herramienta para
lograr un determinado fin que, yo creía, giraba en torno a dar cuenta de que
había leído y entendido la bibliografía? ¿Y si soy demasiado creativa y me
olvido de la teoría? ¿Y si soy demasiado teórica y me olvido de la ficción?
A diferencia de lo que mis
primeros prejuicios me decían, realizar este parcial me resultó bastante
complicado porque no encontraba la manera de combinar la bibliografía con una
obra de teatro, con una historieta o un diálogo al estilo Platón.
Evidentemente, funcionaba en mí la experiencia previa de cinco años de
universidad en los cuales había aprendido que en los parciales hay que
demostrar que uno leyó y que además es capaz de reproducir lo que leyó teniendo
en cuenta lo que el docente quiere escuchar o leer; es decir, su punto de
vista teórico, ideológico y político.
Intentando despojarme de mis experiencias anteriores, realicé una primera
aproximación. Escribí un diálogo al estilo Platón que finalmente me resultó
súper acartonado y aburrido. Me preguntaba si realmente podía producir algo
interesante desde la ficción pero abordando temas teóricos de la didáctica.
Creo que no lo logré ni la primera ni la segunda vez. Le mostré mi producción a
mi marido y a mi compañera de práctica. Ambos me dieron su visto bueno pero yo,
empeñada por hacer algo que a mí me llenara más, cambié el parcial entero y
convertí esas ideas en una historieta pensando en que el lector no se aburriera
tanto con aquel diálogo. Copié de internet viñetas de Mafalda sin el contenido
y adapté un poco lo que había puesto en aquel diálogo a un formato historieta.
Mafalda me venía “al pelo” ya que Susanita podía encarnar la mirada tradicional
y Mafalda, la nueva. ¿Cuál fue el resultado? Otra producción bastante mediocre
para mi gusto. Realmente, considero que es muy difícil olvidar en la práctica
de la ficción que uno va a ser evaluado de acuerdo a lo que allí escriba. Nunca
antes había escrito ficción “bajo amenaza” de desaprobar. No es que desde la
cátedra me hubieran amenazado sino que, vuelvo a lo mismo, mis experiencias
previas no me dejaron en paz. Sentí mucha inseguridad y la sensación de que no
iba a cumplir nunca con lo requerido, tuve varias intenciones de auto-exilio,
de pensar que esto no era para mí. Pero decidí permanecer y exponer mi
detestable escrito. Finalmente, aprobé, para mi sorpresa. Hoy puedo decir que
me resultó un ejercicio de escritura interesante. Siempre dije que lo que más
me gusta en este mundo es escribir, así que, si cursan esta materia tendrán
experiencias nuevas de escritura garantizadas. ¿Cómo quedó el parcial? Y... yo
diría que básicamente, por atender a esa necesidad académica de dar cuenta de
lo que había leído y aprendido, me olvidé por completo de que estaba
escribiendo una historieta. “No me puedo olvidar de esta experiencia cuando
entre al aula con el rol de docente”, me prometí.
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