viernes, 29 de noviembre de 2013

¿Ficción en Filo? Nahh! Malena Rugilo



Créaselo o no, la cátedra de Didáctica Especial en Letras de la Facultad de Filosofía y Letras me propuso escribir una obra de teatro teniendo en cuenta la bibliografía teórica que habíamos trabajado en clase. Escapando a la lógica de todas las materias en las que tuve que escribir, año tras año, cuatrismestre tras cuatrimestre, parciales presenciales, domiciliarios y monografías, esta vez tenía que encontrar la manera de congeniar lo que aprendí en las clases con la forma de escritura que estaba relegada a mi vida extra-académica.
Recuerdo haberme sentado sin saber muy bien qué hacer. Decidí que iba a ser una obra de teatro (ya que había otras posibilidades). Me agradaba la idea de organizar ideas en parlamentos, asociar posturas a personajes y las didascalias me iban a dar cierta comodidad para reponer con gestos, espacios o tiempos lo que las palabras, tal vez, no me dejarían expresar. Definí el debate teórico que iba a atravesar la obra, cuántos personajes necesitaba para hacerlo bien, quiénes serían estos, qué iban a decir.... y me largué a escribir.
Con sorpresa, iba escribiendo sin mayores dificultades. Me reía de mis ocurrencias. Sin embargo, más o menos a la mitad del trabajo, me encontré borrando y volviendo a escribir ¿No será demasiado? ¿No será demasiado poco? ¿No serán muy mediocres las ideas que estoy exponiendo? ¿Serán correctas? Una serie de preguntas que iban y venían, me bloqueaban el camino. Tuve que parar y seguir otro día. Estaba frustrada. Iba con nota, de esto dependía mi cursada! Y yo quería (todavía lo quiero) recibirme. Maldije entre dientes esta idea tan flashera de la cátedra ¡Ficción! ¡¿A quién se le ocurre evaluar un texto de ficción?! Y ahí se me prendió la lamparita. No se trataba de una “prueba” o parcial clásico. Se trataba de otra cosa. Tal vez no se iba a evaluar como tradicionalmente se avalúa, es decir, existía la posibilidad de que lo importante esta vez sea que yo aprendiera algo en el proceso, que me enfrentara a una situación nueva y que obtuviera, además de la nota, algo de la experiencia. Entonces me senté, de nuevo, a escribir. Y salió.
Mi última especulación, que lo importante era otra cosa más que el resultado, era acertada. Este sábado cierra el cuatrimestre y todavía no tengo mi nota del “parcial”, que escribí hace casi cuatro meses. Y no me importa. Espero expectante las últimas clases en las que todos los que participamos de las locas propuestas de la cátedra e hicimos las prácticas compartiremos la experiencia.

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