A lo largo
A lo largo de la carrera el paso por la bibliografía se fue volviendo de alguna manera más mecánico. Al principio tal vez no resultaba tan claro o transparente tal o cual texto. A medida que pasaban los años, más de los que te dicen que dura la cursada, uno se apropia y maneja la bibliografía desde lugares diferentes. Así como planteé en el parcial de Didáctica noto una suerte de vacío frente a la escritura de ficción. En el colegio luego de un largo debate se da una consigna de escritura para que el alumno pase por escrito todo lo charlado y entonces surge el vacío. ¿Faltan herramientas? ¿Las consignas no son claras? ¿Por qué se genera tanta inseguridad hasta el punto de paralizar al estudiante que expone no saber por dónde empezar a escribir? Parecido es el destino que sobrelleva la escritura de ficción. Aquí no es tanto la dificultad para hacerle frente al proceso que implica el pasaje por escrito sino la ausencia. Ya no es el miedo a la hoja en blanco, el no saber por dónde comenzar sino su falta en las clases. Se propone poco, muy poco de escritura creativa. Creo que eso también atraviesa a los estudiantes más avanzados y a los estudios superiores. Escribir por placer es algo que se va dando o que uno se permite fuera del ámbito académico. Cuando la propuesta fue escribir un agua fuerte, un cielito o un diálogo platónico mi sensación y mi pregunta fueron ¿Por dónde comenzar?, ¿Qué es lo que en verdad se pretende?, y ahí me vi, y me resultó un desafío pensar la bibliografía desde la ficción. Me divertí, me desestructuré y por un momento, por lo menos la extensión de las tres hojitas de las aguas fuertes que escribí, exploré los mundos posibles que propone la literatura, son los pequeños momentos que hacen a la lectura y a la escritura espacios de aprendizaje. Entonces recordé las palabras de autores que recorrí en la materia durante este último año. Rescato la idea de Sergio Frugoni que entiende que “la escritura no puede verse como una actividad lineal, nadie escribe un texto de una vez (…)[1] y que hay procesos implícitos en la composición escrita y existe la necesidad e importancia de desarrollar en los alumnos lo que denominan metacognición, o el control conciente y deliberado de las propias operaciones cognitivas. Creo que es allí donde debería ponerse atención acerca de la problemática planteada al comienzo del texto respecto del vacío existente entre la oralidad y la puesta por escrito. Propongo entonces experimentar con la escritura creativa, jugar, después de todo, borrar no cuesta nada.
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