El compromiso con la práctica, según Privat, supone la inserción activa en un sistema de comunicación cultural. Más allá de las condiciones para que nuestras clases sean entretenidas sería importante conseguir un nivel mínimo de implicación del grupo en la tarea sin resignar la experticia profesional. Las pedagogías del placer parecen aportar hoy más que un programa por desarrollar, una red de salvación ante la crisis de sentido de la escuela secundaria. Pero si no se sale de la urgencia impuesta por las preocupaciones tanto de docentes como de alumnos es difícil alcanzar aquello que podría considerarse como una dinámica virtuosa en el aprendizaje: transmisión de cierto conocimiento básico por parte de los expertos; asiduidad de una práctica voluntariosa pero sostenida por el deseo -un hacer no desgajado de la vida-; participación en una comunidad de intercambios comunicativos -en la que puede aprenderse ya sin maestros- y el maravilloso estímulo del propio progreso alcanzado.
Hay una cierta despreocupación virtuosa en el docente que habilitaría la creatividad en su práctica sin resignar la rigurosidad de la autocrítica profesional, amenidad sin pretensión de mero entretenimiento. Y también hay una despreocupación a incentivar en los chicos respecto de esas conductas con que han aprendido a responder expeditivamente a los requerimientos escolares. Toda esa carga genera un malestar en el aula que debiera ser objeto del más corrosivo análisis desde una perspectiva eminentemente personal.
“Enseñar poesía” parece enunciar más una imposibilidad que un deseo. Pero tras la resignación alude entonces también a una serie de prácticas posibles en el aula, signadas por la fluidez de un intercambio comunicativo auténtico, que exploraría la lectura y la escritura en las más variadas direcciones.
Leer, escribir y hablar de lo leído y escrito son acciones que se retroalimentan en la vida cotidiana sin necesidad de recurrir a ningún incentivo ajeno especial. Pero la institución educativa atribuye una enorme densidad significativa a esas acciones. Llegar de nuevo a hacer y charlar de lo que se hace: así la escuela dejaría de padecer la pregunta por su sentido.
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