“¿Hay que contar una risa?” Me dijo el pibe que estuvo toda la clase escuchando música con sus auriculares.
“¿Son como adivinanzas?” Me dijo el que prestó atención toda la clase.
“Yo no sé hacer estas cosas.” Me dijo la que miraba tímidamente.
La consigna de escribir un relato breve, muy breve de ficción desencajó a más de uno de los chicos. Tardaron en entender lo que pretendía de ellos, miraban confundidos cuando me entregaban el trabajo y yo les pedía que cambien esto o aquello. Tenían miedo de tachar, me decían que después lo iban a pasar en una hoja aparte.
Las cosas más o menos como son: delante de mí no estaban sentados Neruda, Borges, Cervantes y Góngora. Estaban sentados unos pibes de una escuela secundaria básica del conurbano bonaerense. Y así y todo, me encontré con una postura definida hacia los textos, hacia la forma de narrar historias… hacia la Literatura, si se quiere. Hay que estar atento a lo que te dicen los chicos para entender esta postura, principalmente por lo más probable es que ellos mismos no sean conscientes de que la han adoptado o que se la han impuesto. La postura es más o menos la siguiente, generalizando:
Una historia se piensa y luego se escribe.
Una historia se escribe de una sentada y sin modificaciones.
Una historia debe ser lineal.
Una historia debe ser clara.
Los resultados cuando se va en contra de estas posturas “duras”, rígidas y simplificadas son fantásticas. Los chicos se bloquean, se enojan, se divierten.
La lejanía de los chicos con respecto a la literatura depende en gran, gran parte de la concepción que uno tenga de la literatura en sí. Y si uno piensa en la literatura conectada con la narración de historias, con el vuelo de la imaginación, con la fantasía y la aventura, la verdad es que esos contenidos hoy en día no están tan lejos de los chicos. No serán exclusivos del formato impreso tradicional al que se asocia la literatura, pero en la era multimediática y virtual suena medio a troglodita ponerse a buscar esencialismos y especificidades.
Repito: los chicos no sólo tienen contacto con la narración y la literatura, sino que tienen una postura al respecto. Informarlos al respecto y problematizar esa postura es un lindo trabajo para el docente.
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