martes, 30 de noviembre de 2010

Verídico, compasivo y cortés – Javier Fernández Paupy

Sobre los modos de apropiación de una bibliografía dada creo que se presenta el desafío de dejar de lado la fría jerga de los especialistas de la educación para sacarle el auténtico provecho a las problemáticas que éstos tratan. Problemáticas que son singulares y están llenas de aristas importantísimas a ser tenidas en cuenta a la hora de pensar las prácticas docentes de la literatura. Pienso en el desafío de romper con “la lengua específica de una asignatura académica” (Stubb) y de dar con una lengua llana, al alcance de todos, transparente, sin giros rimbombantes. Creo que un “defecto profesional” como estudiantes de la carrera de Letras es pensar que todos tienen nuestras mismas “aspiraciones intelectuales”, o por decirlo de otro modo, el bochornoso defecto de usar la palabra “paradigma” a cada rato, por sólo referir un ejemplo que me parece significativo. El desafío de no distanciarse de los estudiantes por el uso de ciertas competencias lingüísticas. Y el desafío de abolir la idea de una lengua normativa y estandarizada. Todo ese debate en torno a la escritura como “un instrumento de la fijación de leyes y normas de conducta para toda la sociedad y (…), de disciplinamiento de los niños y jóvenes” (Sergio Frugoni). Discutir esa idea me parece de un provecho ilimitado. Pensar el tema de las variaciones dialectales; el “hecho social” de creer que “A pueda considerarse menos inteligente que B si tiene un acento regional”. Temas que se desprenden de la bibliografía y tienen vigencia en la actualidad de las aulas. Todos los apuntes que versaron sobre la mirada narrativa me resultaron útiles y me ayudaron en esta dura tarea docente. Pero sobre todo los textos que alientan el seguimiento de un diario autorreferencial o las experiencias desintelectualizantes. Siguiendo las nociones de apropiación que propone Rockwell considero que no hay apropiación verdadera sin una acción, una producción puntual. Es por eso que me parece de vital importancia que el trabajo en las aulas tenga que ver con una producción libre y concreta por parte de los estudiantes, y no con la repetición y/o comprobación de memorización de un cúmulo tal de saberes propuestos. En ese sentido todos los textos bibliográficos que apuntaron a las relaciones entre el conocimiento académico y el conocimiento escolar y la transposición didáctica, me fueron de real provecho. Finalmente, considero que hay algo más importante que el saber puntual de nuestra materia, con todo lo transversal que las prácticas del lenguaje suponen ser en la escuela, y es el aprendizaje de la tolerancia y el respeto mutuo. Cito a Rafael Barrett: “En la escuela hay que adquirir el hábito de no mentir y de atender a las molestias y a los sufrimientos del prójimo. Hay que salir de ella verídico, compasivo y cortés. Esto es lo importante”.

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