martes, 30 de noviembre de 2010

¿Cuál es tu bibliografía?-Miranda Trincheri


Blogueando ando y a mis seguidores quiero yo regalarles este pensiero:

¿Qué hace que uno -como estudiante universitario en el camino de esa ardua negociación que implica recibir un diploma- decida usar, rescribir y/o citar determinada bibliografía en un trabajo que “va con nota”? Se me ocurre en este momento hacer una encuesta. Yo creo que ciertas respuestas posibles, cuantificables, serían:

  1. Y… la que figura en el programa.
  2. La que se menciona en los teóricos.
  3. La que escribieron los miembros de la cátedra.
  4. La que se me canta, y si ni la conocen, mejor todavía.
  5. La que viene a título de lo que quiero sostener.

En un grado de recomendabilidad atribuible a este ramillete de ideas podríamos pensar que la 4 es la menos conveniente, la más bardera y punk-rock (entre paréntesis la que todos alguna vez hemos querido aplicar), aunque a algún que otro profesor le podría llegar a caer bien posmo el gesto y decidir dialogar del chino al ruso y poner el gancho. La 5, ¡la5! y… es la más autónomamente académica -o académicamente autónoma-; siempre y cuando uno tenga algo que sostener. Entre 1, 2 y 3 nos movemos largo rato y como entrenamiento no está de más la práctica y si de conveniencia se trata…

Ahora ¿qué pasa si en un trabajo la bibliografía se tiene que volver parte del escenario y no ya sólo cita? ¿qué pasa si –aceptando una viaje antinomia más que discutible- el contenido de la bibliografía se va al carajo y me quedo con la forma?

Me pregunto un poco todo esto porque por primera vez en la carrera, y ya la estoy terminando (o eso creo), me pidieron que de la bibliografía escribiera algo ficticio y claro… la desconfianza -después de tantos años de hacer siempre lo mismo- asoma y uno se pregunta ¿qué me están pidiendo? ¿qué tengo que hacer para aprobar? Porque al final y al cabo es una consigna de parcial ¿no? Y bueno, después de un rato te olvidás de la bibliografía y te agarrás del género, que era la otra pata de la consigna. Y ahí es donde digo que me quedo con la forma y en ella me regodeo y me divierto. Porque la conozco, porque la quiero, la admiro y la respeto. Porque me divierto. Porque aprendí a conocerla aun más en esta “carrera” y porque nunca me pidieron que la escribiera sino que la analizara. Pero el goce, del que tanto hablamos en francés, queda suspendido hasta nuevo aviso si es así siempre. Por suerte, hubo revancha y en esa revancha me saqué las ganas de escribir la bibliografía y no sólo citarla, me saqué las ganas de no poner una referencia, una cita de autoridad, construí mi propio corpus y sostuve mi punto ¡porque lo tenía!

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