1.
Imaginar la realidad
En
la carrera de letras te evaluan a menudo contenidos que nadie te enseña. No es
una novedad. No deberían hacerlo. No solo ahí se hace. Sin embargo, a veces
incluso no se explicitan los criterios de evaluación. Eso es un poco más
atípico. Ya seamos futuros lingüistas, críticos o filolólogos, seremos futuros
docentes en la mayoría de los casos. Y seremos docentes que como estudiantes
estuvimos acostumbrados a tener que improvisar las herramientas para aprobar un
examen, a desarrollar una intuición acerca de qué es lo que están esperando de
nuestros textos. Me acerqué a esta carrera disfrutando de la construcción de
mundos imaginarios, ya sea como parte de una ficción o como construcción de una
realidad. En ella me ví obligado a imaginar una lista de recursos que
virtualmente sirvan para armar un texto que imagino se acomoda a la idea de un
buen texto.
2.
Ficcionalizar la teoría
En
didáctica especial (cátedra Bombini) me encontré con con algo nuevo no solo
para la facultad, para toda mi experiancia de haber sido evaluado. Una evaluación
que consistía en redactar un texto de ficción, dentro de un género, que incluya
contenidos teóricos vistos en la cursada, aemás el parcial convencional. Eso me
reconectó con aquél impulso de leer ficciones, de entender mundos imaginarios
que me pegó a esta carrera. Ví una oportunidad, además, de decir creando. Sin
embargo, los viejos problemas se mostraron apenas abierto el procesador de
texto. ¿Cómo? ¿Hacia dónde?
3.
Incertidumbre.
Luego
de apelar a los recursos que el azar de la experiencia me dio (el único taller
literario al que fui era sobre “soltar la mano” y no fue muy bueno) el texto
quedó escrito. Con las incertidumbres de siempre, hice la entrega y esperé la
devolución. Unas semanas más tarde, junto a la corrección de la parte teórica
vinieron un comentario sobre un recurso de la obra, una aprecicación personal y
la nota: un 8. Festejo. Una nueva experiencia y salió bien. Las incertidumbres,
intactas. ¿Pesó en el parcial la calidad de la obra de teatro? Seguro, era
parte de la consigna y costó trabajo. ¿Hacia dónde? Sumó, restó... ¿Cómo?
Incertidumbre otra vez.